Valeria Moy
Dicen por ahí que uno refleja sus prioridades en los presupuestos. En cierta medida estoy de acuerdo. No puedes decir que te interesa el desarrollo social y asignarle cero pesos. No puedes decir que te interesa la equidad entre hombres y mujeres mientras eliminas los recursos que le permitían a las mujeres una incorporación ligeramente más sencilla al mercado laboral mediante las escuelas de tiempo completo, las guarderías o la atención específica a ciertas enfermedades. No puedes hablar de un interés en el medio ambiente mientras asignas miles de millones a los combustibles fósiles.
Sin embargo, hay también áreas en las que uno gasta mientras pretendes que no sean relevantes en el gran esquema de las cosas. Tengo la impresión de que eso le está sucediendo a México con el tema de las pensiones.
Más allá de que los datos poblacionales llevan años diciéndonoslo, los datos de la Enigh más reciente muestran un país de más personas mayores. Cada vez más hogares reportan tener más integrantes mayores de 65 años y menos bebés y niños. No hay, hasta el momento, planes de atender a ese grupo poblacional mediante proyectos específicos. La realidad nos va a alcanzar.
Sin embargo, el Presupuesto de Egresos lo va dejando claro año con año y es precisamente esa gradualidad la que quizás haya hecho que el tema no esté en el foco de discusiones mediáticas.
En 2018, el Presupuesto de Egresos asignó un billón 126 mil 436 millones de pesos (en pesos comparables) para cubrir los pagos de todos los sistemas de pensiones y jubilaciones. Ese monto ya representaba 16% de todos los gastos para ese año. Para 2024, se estima erogar en pensiones y jubilaciones —tanto las pensiones contributivas como la universal— un billón 964 mil 49 millones de pesos (comparables), que representan 22% del presupuesto de más de 9 billones de pesos que se tiene contemplado para 2024.
Estamos usando miles de millones de pesos en proyectos de infraestructura —falta ver si podemos ponerles el adjetivo de “productiva”, aunque tengo todavía dudas al respecto— que discutimos sin pausa.
Al Tren Maya se le darán el año que viene 120 mil millones de pesos. Al AIFA, mil 500 millones y un peso. A Dos Bocas le seguiremos metiendo recursos al igual que al Corredor del Istmo. Pero si sumamos todos los recursos asignados a esos proyectos “prioritarios” suman cerca de 222 mil millones de pesos. Sí, sin duda una cantidad importantísima de recursos, pero que apenas llegan a 2% del presupuesto total.
Sigamos discutiendo el destino de cada peso de recursos públicos, es clave en una sociedad participativa, pero tengamos en cuenta donde está el problema. Si no se corrige de fondo el sistema de seguridad social de este país, la papa caliente presupuestal se irá convirtiendo poco a poco en una bomba de tiempo.
@ValeriaMoy
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