Tribuna Campeche

Diario Independiente

De política… y cosas peores | Buenas noticias

Catón

El cuento que descorre hoy el telón de esta columna no es para ser leído por personas pudibundas. Un tipo le dijo a otro: “Me gusta lo que mi novia se pone en las orejas”. Preguntó el otro: “¿Qué se pone?”. Respondió el tipo: “Las rodillas”. José Ortega y Gasset, muy citado, poco leído, escribió aquella repetida frase según la cual “Yo soy yo y mi circunstancia”. Cualquier conferenciante en superación personal lo corregiría: “Yo soy yo a pesar de mi circunstancia”, y exhortaría a sus oyentes a ser águila, no gallina, pese a que las gallinas son considerablemente más útiles que las águilas, que sólo sirven para exornar escudos o banderas. Yo no me atrevo a enmendarle la plana al gran filósofo, pero intento una variación sobre su frase y digo: “Yo soy yo y el clima que hace”. En mi ciudad el día amaneció ayer gris, nebuloso, melancólico. No sé si me retrataba a mí o yo lo copiaba a él. Sucedió, sin embargo, que leí el periódico, y varias noticias me aligeraron el ánimo, y desapareció la murria que me poseía. Tal fue mi contento que me olvidé por horas de los exabruptos políticos, tan impolíticos, de AMLO, de sus desatinadas y dictatoriales órdenes, de su paupérrima actuación ante la tragedia de Acapulco. Lo primero que me alegró fue saber que Miguel Riquelme está anotado para ser senador por Coahuila, mi natal Estado. Lo he dicho y lo repito, porque la verdad es para declararla: Riquelme ha sido uno de los mejores gobernadores que los coahuilenses hemos tenido. Merece ir al Senado no sólo como merecido premio a su excelente actuación de gobernante y miembro de su partido, sino también porque con él Coahuila estará muy bien representado. Otra nominación que me agradó fue la de Carolina Viggiano Austria, quien sería senadora por Hidalgo, su solar nativo. Inteligente dama, talentosa, tiene mucho que aportar a las buenas causas nacionales. Una grata noticia más: por primera vez en la historia de la UNAM una mujer ocupará el importante cargo de secretaria general de la institución. Sobrados méritos tiene la doctora Patricia Dávila, y su designación ha sido recibida con beneplácito por los universitarios. Soy uno de ellos, pues cursé estudios en tres facultades de la Universidad: Derecho, Ciencias Políticas y Filosofía y Letras. Espero que el Gran Poder que todo lo ordena y que lo ordena todo me dé vida para mirar algún día a una mujer como rectora de mi amadísima Alma Mater. Y otra buena nueva, también del género femenino. Xóchitl Gálvez, que sigue siendo esperanza de México aunque a algunos pocos los posea la desesperanza, logró la hazaña de juntar a cuatro gobernadores de Chihuahua que con nobleza y buen tino superaron sus diferencias y se reunieron en torno a la candidata ciudadana. Ellos son Francisco Barrio, Fernando Baeza, Patricio Martínez y José Reyes Baeza. A los cuatro he conocido, y de todos ellos tengo una muy buena impresión. Los cuatro sirvieron bien a Chihuahua; ninguno se acercó ni de lejos a la conducta del general Quevedo, el del famoso corrido chihuahuense: “Ahora que ya llegó febrero ganas tenía de verte, mi general Quevedo. / Tú me enseñaste a robarme los elotes, quitarles las hojas y echarlos al bote. / Tú me enseñaste a robarme las gallinas, quitarles las plumas y hacerlas cecina. / Tú me enseñaste a robarme las vacas, cambiarles el fierro, venderlas baratas. / Tú me enseñaste a robar de lo robado, y ahora resulta que soy diputado”. Buenas noticias aquéllas que antes dije. Me hicieron ver que Ortega y Gasset tenía razón sobrada, al igual que el cantor del mexicanísimo general Quevedo. En efecto, yo soy yo y mi circunstancia. FIN.

Mirador

Armando Fuentes Aguirre

El rey le pidió a San Virila que hiciera un milagro, pues estaba aburrido y necesitaba que alguien lo divirtiera.
San Virila lo convirtió en mosca. Dijo:
—Viven tan poco que no tienen tiempo de aburrirse.
Aquella noche el santo no podía conciliar el sueño. Lo atormentaba el remordimiento de haberle hecho al rey lo que le hizo. Fue a la capilla a meditar. Ahí recordó los trastornos que habían causado otros milagros. Cuando Yahvé hizo que el Sol se detuviera provocó un desorden cósmico que alteró la armonía del universo. La vez que Jesús llevó a cabo el prodigio de la pesca milagrosa hubo tal abundancia de pescados que el precio del producto se desplomó en el mercado, y los pescadores que no participaron del milagro sufrieron graves daños en su economía.
Pensó San Virila:
—Tendré que hacer el milagro de ya no hacer milagros.
¡Hasta mañana!…

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