Le sale contraproducente todo lo que publica o le publican para su promoción personal. El nivel de repudio del pueblo hacia su gobernanta es impresionante…
En el inicio del declive de su Administración, reprobada con severidad por los ciudadanos en las encuestas, donde la juzgan como ineficiente, lejana, mentirosa y corrupta, la gobernadora Layda Sansores San Román enfrenta también una severa crisis de credibilidad. La gente no le cree.
Lo ocurrido con las dos maestras del Camino Real que fallecieron en un accidente automovilístico, causado por el mal estado de las carreteras estatales, federales y rurales, acrecentó la ira popular y generó miles de comentarios coincidentes en las redes sociales, respecto de la ineptitud de la mandataria, de una nueva negligencia criminal que costó dos valiosas vidas y de la facilidad con que la senecta Sansores intentó esquivar el problema, y conferírselo a la Secretaría de la Defensa Nacional.
La verdad es que a la ineficiente gobernadora se le ha venido exigiendo desde hace varios meses la reparación de las carreteras federales, las estatales y también las rurales, muchas de ellas dañadas por las obras del Tren Maya, pues la circulación de volquetes cargados con escombros y otros materiales las terminaron de deteriorar.
En su “informe” del pasado 1 de agosto, la decrépita Sansores anunció que se disponía de poco más de mil 800 millones de pesos para la reparación de esos tramos, pero hasta la fecha no se ha avanzado, las lluvias acabaron de colapsar esas vías, y los accidentes se multiplican por doquier.
Ante esto, lo único que atinó a responder la señora Sansores fue responsabilizar del atraso a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), y con eso, achacar parte de la culpa a su admirado e idolatrado expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien cometió el error de ceder la reparación de esos tramos al Ejército, y no a la instancia que por ley lo debería ejecutar, que es la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes.
El comentario de la anciana mandataria le generó repudio masivo en redes sociales. Es más, todo lo que publica para su promoción personal le sale contraproducente. El nivel de repudio del pueblo hacia su gobernanta es impresionante. Histórico quizá. A ningún otro gobernante en funciones se había aborrecido tanto.
Y eso habla no sólo de que el pueblo está despierto, está bien informado y que ya perdió el temor a hacer oír su verdadera opinión, sino de que quienes tienen la labor de cuidar la imagen de la mandataria, entre ellos su ensoberbecido sobrino, han fracaso rotundamente.
Layda enfrenta la peor crisis de credibilidad de toda su vida y no hay manera de que pueda recuperar el escaso respeto que alguna vez tuvo, sobre todo si persiste en su terquedad de gobernar con soberbia y no con inteligencia.
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