Tribuna Campeche

Diario Independiente

De política… y cosas peores | Remedios medievales

Catón

“Aire por atrás nomás el que sale es bueno”. “Después de almorzar, a trabajar. Después de comer, ni una carta leer. Después de cenar, cien pasos dar”. “Si con atolito se va curando, atolito vámosle dando”. “Lo mío es enfermedad, lo de mi comadre es maña”. “Come poquito, bebe vinito y duerme solito”. “De limpios y tragones están llenos los panteones”. “Desayuna como rey, come como príncipe y cena como mendigo”. “Para todo mal, mezcal. Para todo bien también. Y si no hay remedio, litro y medio”. “Enfermo que come y mea, el diablo que se lo crea”. Nuestros padres y abuelos tenían mil refranes sentenciosos acerca de la salud del cuerpo. En aquel tiempo no se hablaba de virus o bacterias, pero sí de empachos, hoguíos, insultos, soponcios, teleles y patatuses. La gente se curaba con yerbitas, y eran frecuentes las purgas y lavativas. Todavía supe de las moxas, procedimiento por el cual se mojaba una tira de tela o algodón en alcohol y se quemaba luego sobre una herida a fin de cauterizarla. No conocí ya el uso de sanguijuelas para sangrar a un paciente, pero sí alcancé a ver las ventosas. Se encendía un cabo de vela sobre la parte dolorida —estómago, hígado, riñón—, y luego se colocaba un vaso sobre él. Cuando por falta de oxígeno la llama de la vela se extinguía la piel de la dicha parte se levantaba, lo cual supuestamente daba alivio a la persona enferma. Remedios medievales parecen todos esos, pero la carencia de medicamentos nos obligará a usarlos otra vez, y a recurrir a la rica y eficaz herbolaria popular para intentar curar nuestras enfermedades y atenuar nuestros dolores. Más que un ganso, el emblema de este sexenio debería ser una tumba, tomando en cuenta el gran número de fallecimientos que en él se ha registrado por falta de medicinas y de adecuada atención medica en las instituciones de salud pública, que no disponen de lo más indispensable para cumplir debidamente su función. Hace tiempo se erigió en mi ciudad la estatua de cierto prócer revolucionario en una glorieta escasamente iluminada. Los automovilistas no la veían, y muchos iban a estrellarse contra el pedestal del monumento. Así, se decía que el dicho personaje había matado más gente como estatua que como combatiente. Si hacemos cuentas, entre la pandemia, el desabasto de medicamentos y la aberrante política de “abrazos, no balazos”, la 4T suma ya más muertos que todos los habidos en la Revolución y sus secuelas. Algún día se le presentarán a López Obrador los fantasmas de quienes aún tendrían vida si él no hubiera tenido la caprichosa y nociva prepotencia con la cual ha actuado… Otros refranes había que en nada se relacionaban con la salud, sino antes bien la ponían en peligro. Decía uno: “Compadre que a su comadre no le anda por las caderas no es compadre de a deveras”. Don Cirulo llegó a su casa en hora desusada y sorprendió a su compadre Pelotino ocupando el sitio que a él le correspondía legítimamente en el lecho conyugal. Quiero decir que se estaba refocilando con su mujer. Le preguntó con acento dolorido: “Compadre: ¿por qué me hace usted esto?”. Respondió el tal Pelotino: “Compadre: a usted no le estoy haciendo nada”… En inglés se llama necking a la acción que consiste en abrazar, besar y acariciar eróticamente a la pareja. Neck es cuello, motivo por el cual Groucho Marx comentó: “El que llamó necking a eso no sabía nada de anatomía”. A dicho acto se le conoce aquí como “cachondear”, “pichonear” o “guacamolear”. Tal cosa estaban haciendo Susiflor y Libidiano. Exclamó ella, apasionada: “¡Un beso más y seré tuya para toda la vida!”. El lúbrico galán se apartó prudentemente: “Qué bueno que me lo advertiste a tiempo”. FIN.

Mirador

Armando Fuentes Aguirre

“Perdóname, pero en el corazón no se manda”.
Un día recibió la carta. El hombre al que amaba, y que le había dado palabra de matrimonio, le comunicaba que se había enamorado de otra mujer y que se iba a casar con ella.
Siete años tenían de novios. Lo apoyó en todo hasta que terminó su carrera de Medicina. Fue lejos a hacer su residencia, y ahí conoció a la otra. Se cumplió el proverbio: la novia del estudiante no será la esposa del profesionista.
Quedó soltera. Es cierto: en el corazón no se manda, y ella lo tiene destrozado. ¿Cómo unir su vida a la de un hombre cuando no se tiene corazón para quererlo? Vio cómo todas sus amigas se fueron casando y teniendo hijos mientras ella se miraba cada día una nueva arruga en el espejo. Murieron sus padres. Vive de lo que le dejaron. Está sola en la casa. Ni sus amigas, ni sus hermanos, ni sobrinos la visitan nunca, porque siempre está triste y casi no habla.
Ésta es historia antigua. Parece sacada de un viejo álbum de esos que cuando se abren dejan caer una flor seca.
¡Hasta mañana!…

Manganitas

AFA

“…Ayer, Día de Acción de
Gracias en Estados Unidos…”.

Es un pueblo singular
el que ese día agradece
cuando Trump reaparece.
Más bien debe reclamar.

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