Tribuna Campeche

Diario Independiente

EXPEDIENTE | INGOBERNABILIDAD Y SOBERBIA

Campeche enfrenta uno de los momentos más críticos de toda su historia. Al incremento de la violencia y de la inseguridad, decrecimiento económico, carestía y alta inflación, falta de empleos, persecución política, cerrazón, etcétera, se suma la falta de sensibilidad política de la gobernadora Layda Elena Sansores San Román, que no sabe hacer del diálogo y la negociación las principales herramientas para solucionar conflictos. Prefiere recurrir al garrote y la amenaza.

En dos años y medio de Gobierno, casi a la mitad de su Administración, Sansores San Román no sólo no puede presumir ninguna obra pública de regular importancia que haya traído beneficios al pueblo, sino que tampoco puede transparentar el ejercicio de más de 60 mil millones de pesos que ha erogado desde que asumió el poder el pasado 15 de septiembre de 2021. ¿Dónde está el dinero?

No sólo eso. Sansores San Román ha sido incapaz de resolver los conflictos que ha enfrentado su Gobierno. Véase sólo el caso de las y los jubilados (as) y pensionados (as) de la Universidad Autónoma del Carmen (Unacar), a quienes nunca volteó a ver y para quienes no quiso disponer un solo peso de los más de 450 millones que dispone para ayudas sociales.

Prefiere comprar y rifar motos en eventos populistas para ‘ganarse’ a la gente; opta por gastar presupuestos multimillonarios en conciertos con grupos y artistas famosos, en lugar de ayudar a las familias de jubilados y pensionados a recuperar un poco de la estabilidad económica que demandan.

Dejó abandonados a los mieleros de Hopelchén y Campeche que perdieron más de 15 millones de pesos por el siniestro de sus apiarios a consecuencia de la contaminación con plaguicidas y herbicidas; no escuchó a los ganaderos que reclamaban más seguridad; persiguió a las artesanas del Parque Principal, no ayudó a resolver la deuda de Pemex con sus proveedores, y un amplio etcétera.

Es decir, Layda Sansores y su equipo no saben resolver conflictos. Prefieren politizarlos y recurrir a la represión para amedrentar a quienes se atreven a manifestarse en su contra.

Por todo eso no debe sorprendernos que en el conflicto con los policías, Sansores San Román haya preferido culpar a sus enemigos políticos, que dialogar de frente con los sublevados, tal y como éstos le exigieron desde el primer minuto de iniciada su protesta.

La soberbia y la irracionalidad que la han acompañado toda su vida le impiden abonar a la solución de un conflicto que saltó las barreras de las instalaciones de la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana, y se trasladó hasta la sociedad civil, que se solidarizó con los gendarmes y se sumó a la exigencia de que renuncie la incompetente, inútil y criminal Marcela Muñoz Martínez.

La demanda, que fue acogida y respaldada por miles de personas a través de las redes sociales y manifestaciones, se ha convertido en bandera ciudadana que será difícil, sino imposible, derribar. Ya se verá.

La advertencia de los ciudadanos ha sido clara. Se debe ir Marcela y además habrá voto de castigo el próximo 2 de junio. No son bots, ni son cuentas falsas quienes lanzan la advertencia. Son ciudadanos que se han negado a vender sus credenciales de elector a Morena, para no llegar desarmados al día de la gran batalla electoral.

La crisis institucional que se padece en Campeche, vale la pena repetirlo, no se había vivido en los últimos 50 años. Hay un clima de ingobernabilidad que cada día se acrecienta. Su avanzada edad y recurrente ausentismo no le permitió a Layda Sansores tomar jamás el control de la administración pública. Carece de la lucidez necesaria para tomar decisiones de Estado que busquen soluciones a largo plazo, en lugar de remedios inmediatos.

Dejarse guiar por las vísceras o el corazón, en lugar del cerebro y la razón, va a seguir causando problemas a Campeche y a los campechanos. Ya habrá tiempo para recordarle a la gobernadora Sansores cada una de las palabras con las que ha traicionado la confianza de su pueblo por ponerse del lado de los foráneos, de Marcela, de su sobrino y de sus propios intereses personales y/o políticos, en lugar de aquellos que en teoría la llevaron al cargo.

Es una lástima esta Administración. Es una vergüenza que los campechanos tengamos una gobernadora de esta calaña, con esa bajeza, con esa ineptitud.

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