Tribuna Campeche

Diario Independiente

No es para asustar niños | “Ahí viene el coco”

Luis Obregón Lozada

Aunque para gente analítica e informada, nuestro “Becario de Palacio”, desde su infancia y juventud dio clarísimas señales de la clase de persona que es. Y de “Presidente” las está reconfirmando. A lo largo de su campaña electoral larga, (la de 18 años); mostró que era un bravucón de cantina, que, a base de satanizar, (sólo verbalmente), a Carlos Salinas, así como exagerar, deformar y descontextualizar teatralmente los errores y perversidades de su socio, el Sr. Lic. Don Enrique Peña Nieto, los de Calderón y otros, se ganó la simpatía de un gran sector del electorado.
Su oferta de campaña se centró en que erradicaría totalmente la corrupción. Se presentó como una blanca paloma de plumaje inmaculado, cuando, por sus negros antecedentes de extorsionador y su fatal desempeño, ya sólo le quedan unas cuantas plumas. Pero sigue sintiendo que “no somos iguales”.
Con esta popularidad que, tontamente, le otorgó un sector resentido, con la finalidad de llegar al poder, logró organizar un “movimiento”, en el que importó basura del PRI, PAN, PRD, (o sea más de lo mismo), y de donde pudo, para registrarlo “como” partido político. Partido totalmente de su propiedad. (En dónde, no es el pueblo “el que pone y quita”, sino única y exclusivamente él).
Cuando se le pedía explicara como exterminaría la corrupción, contestaba, sin contestar, que; lo haría como se barren las escaleras; de arriba para abajo. (Y ya Presidente, ni siquiera encontró la escalera y la corrupción empeoró más que nunca). También aseguraba que, automáticamente al tomar él posesión, por su “pureza”, esta desaparecería mágicamente al instante. Así mismo, teatralmente señalaba corruptos por dondequiera, fueran o no. Y entrenaba con enjundia los dos “deportes” que le gustan más que el béisbol: victimizarse y señalar enemigos.
También le ayudó, hacer toneladas de promesas que, aunque fueran sólo de lengua, sonaban bonito al oído de un electorado harto, por lo tanto, muy susceptible al engaño. Como la virginal novia que, inocentemente, “cede” ante la “promesa” de que se casarán con ella. Y todo sustentado solamente en la mentira.
Gracias a su teatral demagogia y al resentimiento social, para desgracia nacional, acumuló una popularidad tal que, llegó a la Presidencia. Pero contradiciendo todas sus ofertas, sólo la ejerce cuando le conviene. Cuando se “autoaporta” lana para su campaña electoral “corta”, (apenas lleva cinco años); quitar recursos a sectores estratégicos; como salud, educación y otros vitales; entregar fondos y trabajos “rentables” al Ejército; desmantelar o infiltrar instituciones y una larga lista de acciones perjudiciales, sólo de competencia presidencial. En lo personal, estimo que, desde que fue declarado Presidente Electo, jamás ha tratado hacer algo bueno por la patria o por alguien que no sea de sus familiares o miembro consentido de sus hordas.
Por eso, desde el primer instante en que fue declarado Presidente Electo salió a relucir su mala entraña; y ofreció impedir la conclusión del aeropuerto de primer mundo que se construía, para impulsar fuertemente al país. Y como eso era perjudicial, sí cumplió e irresponsablemente nos dejó endeudados por pagar la “no construcción” del aeropuerto. Posiblemente sea quizá la deuda más absurda de nuestra historia.
Otis con sus destrozos, entregó a los guerrerenses a la indiferencia, insensibilidad, lejanía, ineptitud, irresponsabilidad, frivolidad, corrupción y demagogia presidencial y a la de su jauría de corifeos antipatriotas. Como bien grita a los cuatro vientos: “no somos iguales”. Efectivamente, son “desigualísimos”. Son mucho peor que los de antes. Y con las desgracias que causó Otis, está logrando que, su vileza y peligrosidad, resplandezcan a todo lo que dan.
Con toda la perversidad, la hipocresía y la cantidad industrial de mentiras, que le hemos visto a lo largo de su catastrófico sexenio, mismas que, ahora con lo de Otis nos están reconfirmando que efectivamente le vale un bledo el dolor, el bienestar y la vida de sus compatriotas. Que tenemos un sociópata, emulando a tiranos como; Fidel y Raúl Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega, quizás hasta como Lenin, Trotsky, Stalin, Mao y demás monstruos de esa calaña, para encadenarnos al imperialismo de la dictadura del “proletariado aburguesado”.
Y, para acabarla de torcer, parece que no le damos mucha importancia. Los partidos siguen adormilados y todavía no sabemos, si la sociedad reaccionaremos con la fuerza necesaria para impedirlo. Este sistemita “marxistoide” de gobierno, donde logra colarse, causa, de menos, sufrimiento y miseria. No solamente cubanos, venezolanos y nicaragüenses han padecido la violencia de esta atroz dictadura. Varios países lo han experimentado y pagado con sangre. Entendamos que lo que nos amenaza es de verdad terrible. Repasemos lo que vivieron los alemanes.
Al terminar la II Guerra Mundial, por “arreglos” entre potencias, el sector oriental de Berlín quedó en garras de la Unión Soviética”, lógicamente un “paraíso” socialista, al que empezaron a abandonar masivamente. Ante el riesgo de quedar deshabitado, la tiranía determinó poner una barrera, para impedir que su población huyera al occidente capitalista “explotador”. Levantaron un muro, no para defender al pueblo de alguna amenaza exterior; sino para encarcelarlo y obligarlo a “disfrutar” del “bienestar” comunista. Con su hipocresía habitual, argumentaron que era un muro de protección antifascista y, todavía, en 1989, casi a punto de caer, el tirano alemán Honecker declaró que el muro era un elemento positivo para la paz, que podría seguir existiendo por cientos de años. La diferencia entre el Berlín socialista y el capitalista, era abismal. Uno, ruinas y miseria, otro, obras monumentales y opulencia. Uno, tristeza y opresión, otro tranquilidad y libertad.
Primero, cercaron con alambres de púas y guardias armados, pero seguían escapando. A partir de ahí, se estableció un duelo entre la tiranía y los feos “aspiracionistas” que ansiaban huir. Con los intentos de fuga y las consumadas, iban mejorándolo, (para sojuzgar si son eficientísimos), la Stasi (su policía espía), investigaba como lo lograron, para, sin importar lo que costara, modificarlas para evitar fugas.
Se preocupaban más en encadenarlos, que en su bienestar. Taparon las ventanas contiguas. Sustituyeron las púas por un muro de ladrillo, luego por uno de concreto, que gradualmente fue reforzándose y subiendo de altura. Instalaron multitud de torres de vigilancia con potentes reflectores. Ordenaron disparar a todo escapista. Despejaron toda el área colindante al muro para ver si alguien se acercaba. Le pusieron alambre electrificado, unos metros de arena alisada para marcar huellas y sembraron minas.
Mientras la tiranía dificultaba la huida, los prisioneros agudizaban el ingenio. Usaron túneles, globos aerostáticos, cables tendidos para deslizarse y otros más, pero nunca pararon de escapar. Muchos perdieron la vida intentándolo o acabaron apresados para ser “reeducados”. Esto sucede en todos los países de “bienestar” comunista, lo que es una clarísima manifestación de su total deshumanización.
No por nada, la humanidad ha pagado más de 100 millones de vidas y cientos de millones de seres malviven bajo un régimen socialista. Necesitamos entender la malignidad de esta tiranía que pretende imponernos.
Cuando gracias al fracaso socialista, en 1989, este infame muro fue finalmente derribado con coraje de la gente. Fue muy emotivo ver el reencuentro de seres, brutalmente, separados por años. En muchas partes del mundo, esto fue festejado con alegría colectiva, nunca vista. Se alegraron de la libertad total de Berlín.
Ojalá nos quede claro, que, si no reaccionamos adecuadamente, condenaremos a nuestros hijos y nietos a sufrir el “bienestar” marxistoide. Hoy, aún, estamos a tiempo de evitar que nos impongan la “República Democrática de Pejetlán”, de la que para escapar, tengamos que arriesgar la vida, aun sabiendo que hay pocas posibilidades de salir vivos. Mientras que hoy, la tenemos bastante más fácil. Sólo necesitamos actuar en nuestro metro cuadrado, votar masivamente, y tal vez defender el voto. ¿Qué vamos a hacer? ¡Si viene el Coco! El plazo vence el próximo 2 de junio.

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