Tribuna Campeche

Diario Independiente

Una rata en Palacio

La cuarta transformación para la hija del Sátrapa Negro, en realidad fue volver a sus orígenes. 

Una metamorfosis lógica producto de la genética. Si procedes de una rata, eso serás toda tu vida. Por eso es que para sus miopes prosélitos, mirarla en su estado natural no les provocó ninguna sorpresa.

Era una disputa con la estética, sin embargo, verla con ostentosas vestimentas, elaboradas por diseñadores de reinos extranjeros, con calzado extravagante de precios estratosféricos y una cabellera teñida de rojo sanguíneo, pero con el cuerpo de rata.

Apoderada ya del Palacio y de la silla del Poder, sus cortesanos lambiscones la elogiaban todos los días. Con mentiras le hicieron creer que era la más bella, la más inteligente y la más eficiente gobernante que jamás haya tenido en su historia el reino tropical de la Culebra y la Garrapata.

Quien comandaba a los cortesanos que engañaban a la hija del cacique, era uno de sus parientes más cercanos, que disfrazado de arlequín, operaba como bufón, pero se creía un Rasputín con poderes extraordinarios para controlar los destinos del reino. 

Le decían El Tarado sin Cerebro, pues algún día presumió haber donado su masa encefálica para salvar de una muerte inminente a la hermana de la gobernante de cuerpo de rata y cabello rojo.

Él sabía perfectamente bien que la decrepitud senil de su tía, facilitaba que las mentiras fructificaran en su ávida necesidad de creer que todo marchaba bien.

La realidad, no obstante, era muy diferente. Ni era la más bella, y mucho menos la más inteligente, ni la gobernante más eficiente, ya que los nativos empezaron a ser más pobres, vieron deteriorarse calles y otros sitios públicos, y por si fuera poco, asolados por bárbaros extranjeros, asaltantes locales, plagiarios de los alrededores y jefes de clanes que se disputaban la exclusividad de controlar en este reino, las acciones delictivas más redituables.

Y así, engañada por sus cortesanos encabezados por el Tarado Sin Cerebro de su sobrino, la loca gobernante decidió abandonar el reino y regresar al altiplano, donde tenía sus lujosas mansiones y sus negocios, heredados por el corrupto sátrapa de su padre. Sólo pasaba unas horas en su Reino, y después escapaba rumbo a su paraíso.

Fue entonces que los destinos del reino de la Culebra y la Garrapata empezaron a ser conducidos por el Tarado sin Cerebro, y este pueblo empezó a avanzar a pasos gigantescos rumbo al despeñadero, al precipicio…

(Continúa…)

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