Tribuna Campeche

Diario Independiente

Siempre hay otros | México partido en pedazos

Mariano Espinosa Rafful

Es exponencial el incremento de la incertidumbre política al palpar los desastrosos resultados que acumula el Presidente de la República en temas complejos como economía, seguridad, salud y empleo. Todo lo que prometió mejorar, lo entregará en peores condiciones que cuando recibió. Y con el cinismo que lo caracteriza, echará la culpa de sus pésimas decisiones a sus antecesores, como si ellos hubieran decidido por él.
Es momento de hacer pausa y reflexionar, porque lo que vemos en el México de hoy no debe sorprendernos. Es producto de las definiciones de dirección tomadas por quien desde hace cinco años manda y ordena desde Palacio Nacional. En este camino hacia una nueva elección, vemos con un dejo de tristeza que no cumplió lo que prometió, y que por sus desatinos somos más de lo mismo y peor.
Dos mujeres se disputarán al electorado en los meses por venir, buscarán la Presidencia de México y en el camino dirán y prometerán cambios y satisfactores, pero ¿van a cumplir? Eso es algo que debemos tratar de adivinar desde ahora, dedicando un tiempo a la reflexión, a la necesaria crítica con argumentos sólidos, para forjar una opinión de quién nos está mintiendo, y quién no.
Sin fanatismos partidistas, debemos comenzar por desechar la palabra esperanza, pues ya no hay más de ella. La desgastó su uso brutal y sin razón en promesas de discursos políticos superfluos e irreales de quienes nunca pensaron en cumplir a sus votantes y abusaron en pensar que somos ignorantes en la pobreza y austeros en la superación personal. Una vez más nos chamaquearon, nos engañaron con una transformación que resultó un desastre.
Se multiplican las lamentaciones de manera directamente proporcional al crecimiento de la inseguridad, que continúa permeando como humedad en todos los lugares comunes de este país. Ha rebasado por todas partes a este Gobierno Federal, que insiste en sus “abrazos, no balazos”, y en lo migratorio sigue sin dar respuesta a la ola de expulsados de sus países de origen por los mismos problemas que nos agobian: la violencia y la hambruna. Tal cual hay que escribirlo.
Quién de las dos candidatas garantizará que las cosas tomarán un giro distinto, a partir de ganar la Presidencia de México, es una pregunta que me hago en singular, porque el desgaste chairo es bárbaro y pocos quieren entrarle a estos asteriscos de opinión, más cuidando sus reductos que impulsando un cambio en el devenir de la vida pública.
¿Dónde queda nuestra razón y las libertades, cuando las muertes rondan cada calle, cada espacio de este México adolorido? Los números ya no asustan al escucharlos, como el promedio de asesinatos por cada 100 mil habitantes, que de 7 u 8 que habían con Felipe Calderón, subieron a 26 en el actual sexenio. Estamos de rojo por la derrama diaria de sangre de los nuestros, y ya no sabemos hacia dónde ir.
No hay divagación cuando el amanecer nos trae la claridad de un futuro cada vez más incierto, sobre todo a quienes tenemos aún hijos por ver crecer y desarrollarse. No son ideas aisladas, sino reflexiones producto de la rutina que nos atrapa en lo que hacemos, y muestran nuestra cruda y triste realidad: sobrevivimos con salarios raquíticos, sin alternativas de mejora, sin escapatoria y sufriendo si el final está más cercano que distante.
La desgracia está ya en cientos de hogares, los rostros del México partido en pedazos de hoy son de tristeza, melancolía y desesperanza. Debemos resistimos al conformismo y continuar buscando otro modelo que garantice mejores oportunidades y condiciones. Porque el actual no pudo, ni podrá. Fracasó en todo, y nos dejó peor que antes. Es momento de reflexionar, y bastante, por el futuro de nuestros hijos.

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