Tribuna Campeche

Diario Independiente

De política… y cosas peores | Voto contra el rey López

Catón

Un amigo de Babalucas le dijo: “Fulano es pederasta”. Opuso el badulaque: “¿Cómo puede ser eso, si ni siquiera terminó la secundaria?”… El notario reunió a los familiares del de cujus, o sea del testador, y les dio a conocer a los herederos la última voluntad de su difunto tío, célibe y rico. Dejó dicho el señor: “En el momento de hacer mi testamente estoy en plena posesión de todas mis facultades físicas y mentales, como lo prueba el hecho de que ya me gasté todo mi dinero en mujeres, vino y noches de bohemia con mis amigos”. (“¡Bien haiga!” —dicen en el Potrero para encomiar a alguien). A propósito de últimas disposiciones recuerdo el caso de don Sufricio. En su lecho de enfermo le dijo con voz feble a su mujer: “Ahora que yo me vaya, Arpiana, vuélvete a casar”. Preguntó la inminente viuda: “¿Por qué me pides eso?”. Explicó don Sufricio: “Quiero que alguien sienta mi muerte”. La cruda realidad es que tenemos un Presidente de tercer mundo que nos está llevando al cuarto o quinto. El rey López ejerce a base de ocurrencias y caprichos el cargo para el que en hora mala fue elegido, y forma en torno a sí una burbuja de ficción y de simulaciones en las cuales sólo él y sus incondicionales creen. La administración es un caos; quienes la integran tienen miedo de actuar por sí mismos, y todo se paraliza. La principal característica de los funcionarios es que no funcionan. Los presupuestos de las dependencias oficiales se han reducido en modo tal que hace imposible el cumplimiento de sus responsabilidades. En cambio las Fuerzas Armadas, la clientela electoral del caudillo y sus obras tan desorbitadas como inútiles —Dos Bocas, el Tren Maya, el Aeropuerto Felipe Ángeles— reciben dinero a manos llenas, aunque eso traiga consigo el crecimiento ingente de la deuda pública. A este propósito traigo a cuento el de la mujer que le reprochó a su esposo: “Anoche hablaste dormido, y me llenaste de maldiciones”. Replicó, hosco, el sujeto: “¿Quién te dijo que estaba dormido?”… Los mexicanos conscientes también maldicen, y tampoco están dormidos. Su voto contrario a Morena en la elección del 24 será la mejor manera de reprobar a este mal gobierno y de evitar que se perpetúe a través de quien recibió el bastón de mando, pero que si llega a la Presidencia no tendrá ninguno… Don Mercuriano, viajante de comercio, le reclamó a su esposa: “Los vecinos me dicen que en mi ausencia un hombre llega diariamente a nuestro departamento siempre a las 11 en punto de la noche”. “No es cierto —negó con energía la mujer—. A veces se retrasa”… El pájaro llamado “cardenal” es uno de los mejores ejemplos que conozco de la sabiduría de la naturaleza. El plumaje del macho es de un color rojo vivo, en tanto que el de la hembra es de un tono opaco, gris o pardo. Cualquiera pensaría que al darle ese color brillante y bello mamá natura favoreció al macho. Lejos de eso: su atractivo plumaje lo hará más visible a los predadores —halcones, gavilanes—, que lo perseguirán y harán su víctima, en tanto que la hembrita, de grisáceas plumas, pasará inadvertida y podrá seguir cuidando de las crías. Así se asegura la perpetuación de la especie, es decir de la vida, el máximo valor de la naturaleza, el fin último de la tarea de vivir. Ahora bien: ¿a qué esta digresión ornitológica? Viene a cuento para hablar de la ocasión en que doña Pamoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, entró por equivocación a una librería. El encargado le ofreció la última novedad: “El cardenal”. Doña Panoplia la rechazó: “No acostumbro leer libros religiosos”. Aclaró el librero. “Éste trata del pájaro”. “Pornografía menos” —replicó la copetuda señora. FIN.

Mirador

Armando Fuentes Aguirre

En horas de la madrugada y a la caída de la tarde llegan los venados cola blanca a la huerta llamada “Los coyotes”.
Son ya sus dueños, y entran a ella como Pedro por su casa, según el dicho dice. Buscan las dulcísimas manzanas y la yerba verde que crece en el borde de la acequia. Después de gozar los frutos y las hojas se retiran con paso al mismo tiempo majestuoso y grácil, monarcas lo mismo de la montaña que de la labor.Don Abundio, el viejo cuidador del huerto, se molesta. Me dice:
—Trabajamos para ellos, licenciado.
Le contesto:
—Nos pagan dejando que los veamos sin tenernos miedo.
Visión de encanto es la de estas criaturas tan hermosas que bajan de sus refugios en el bosque y nos visitan confiadas en nosotros. En ellas, en los cervatillos que retozan en torno de sus madres, miro el retrato perfecto de la vida que se renueva, siempre igual y siempre diferente. Si el mundo fuera mío se los regalaría para que nunca se fueran de él. A falta del mundo les doy mis pobres manzanas, tan ricas, y la verde yierba de mi huerto.

¡Hasta mañana!…

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