Alejandro Moreno (*)
La opacidad y rapacidad son los signos distintivos del gobierno morenista, que ha desarticulado mañosa y aceleradamente muchos de los procedimientos legales, reglas de operación y canales institucionales para destinar recursos públicos a programas sociales, campañas de vacunación, proyectos de infraestructura y labores de reconstrucción.
Arguyendo una supuesta corrupción y cuchareo por parte de intermediarios, el oficialismo ha construido su mundo ideal, uno marcado por la falta de transparencia y rendición de cuentas, creando millonarios guardaditos a costa de sacrificar a millones de mexicanos por la falta de inversión pública en salud, educación, seguridad, infraestructura, campo, ciencia, tecnología y atención a víctimas de desastres naturales.
Ya no tenemos ninguna duda, los subejercicios en los que sistemáticamente han incurrido todas las dependencias de la Administración Pública Federal, así como la eliminación de fideicomisos obedecen a un esquema perverso diseñado para concentrar todos los recursos públicos en fondos secretos y discrecionales, que lo mismo sirvan para financiar las campañas electorales de Morena y construir proyectos faraónicos, que para pagar acarreados y movilizar a cientos de camiones cuantas veces sean necesarias.
La sociedad mexicana está financiando, sin saberlo, la maquinaria proselitista de Morena, la cual se ha robado los recursos públicos que estaban dirigidos a brindar servicios públicos, impulsar la educación y garantizar la vida de millones de personas.
Ante la magnitud del fenómeno hidrometeorológico que azotó tierras guerrerenses, las autoridades de Hacienda tuvieron que hacer una confesión que confirma el perverso e inhumano actuar de Morena en el Gobierno: tras la desaparición del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), que en 2020 tenía más de 50 mil millones de pesos, sus recursos fueron destinados a la construcción del Tren Maya y en su lugar, se pretendió crear un pequeño fondo centralizado de poco más de 15 mil millones de pesos que carece de reglas de operación y que, evidentemente, es insuficiente frente a los 270 mil millones de pesos que se requieren para rescatar a Guerrero.
Este Gobierno no se compadece de la desgracia humana, pues se cree poseedor de la verdad y razón absolutas. Con hechos, cada día confirmamos que no habrá nada que lo haga corregir el rumbo y enfocar su actuar al bien social.
Pobre México, tras la pandemia del Covid-19 y las crisis de seguridad y económica, hoy sufrimos la tragedia de Guerrero sin tener gobierno ni recursos públicos para remediar la situación.
¡Morena ya debe de irse!
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