Sebastián Korczak
Conócete a ti mismo, vale la pena
Es bien sabido que en este mundo hay cosas que nunca lograremos controlar, como los factores externos: el clima, las situaciones inesperadas, las personas, la política, etcétera, pero hay algo que sí podemos y hemos de saber manejar; esto es, cómo te afectan y cómo reaccionas ante estos factores.
Sin duda, como describe M. Sotomayor en su libro Mentalidad de tiburón: “El éxito de cualquier persona radica en qué tan capaz es de entender, controlar y desarrollar su autoconocimiento”.
Hay muchas personas, situaciones, maestros, encuentros, entrenamientos, religión, etcétera, que influyen en nuestra forma de pensar, de vivir. Todo, completamente toda vivencia y experiencia, es una parte más o menos, pero importante de nuestra esencia como personas. Sin embargo, hay alguien sumamente impactante, que eres tú, sin importar de dónde vengas, que tiene que mantener el poder de decidir hasta dónde quieres llegar.
No olvidemos que la característica común y principal de todos los conquistadores, creadores y emprendedores de la historia de la humanidad, era la certeza y el desarrollo de la capacidad de lo que ellos realmente quieren, hacia dónde han de dirigirse, qué caminos han de hacer para lograr sus metas. Este es el primer y fundamental paso para ir a darle forma a tus sueños, proyectos, al futuro de tu vida. Cuando lo logres te hará imparable y te ayudará a abrir las puertas que quieras y necesites. No es otra cosa que aprender a conocerse.
Parece fácil, pero no hay nada más erróneo. Es que realmente nadie nos enseña, ni la escuela, ni la familia, a conseguir y gestionar este requerimiento de autoconocimiento. Esta llave es tan complicada, que finalmente muchas personas nunca logran encontrarla. En fin, en el juego es ser una persona que sabe lo que quiere y puede alcanzarlo, o quedarse solamente en el camino deseándose.
La diferencia es enorme: ser la persona que disfruta la vida, o ser una que toda la vida sigue quejándose y viviendo de apariencias de sus sueños no realizados. Sin duda, la primera persona que hemos de conocer con toda su profundidad, somos nosotros mismos, incluyendo nuestras preguntas, dudas, fracasos, deseos y expectativas. Con razón Tales de Mileto, filósofo de Grecia Antigua, insistía incansablemente a sus seguidores: “Lo más difícil en el mundo es conocerse a sí mismo”.
Conocerse a sí mismo era uno de los temas fundamentales de la enseñanza Griega. Sócrates insistía mucho en el tema de que la primera persona que debemos de conocer muy bien, antes de conocer el mundo exterior, era un “yo”. Uno de sus discípulos más ilustres era Platón, quien cuenta una historia sobre su gran maestro.
Los alumnos no dejaban de preguntarle por las cuestiones fundamentales de la existencia y el sentido de la vida: ¿Por qué existe el mal y el dolor? ¿Cuál es la finalidad de la vida? ¿Por qué llueve? ¿Qué nos hace felices? ¿Por qué sale el sol?, y otras miles más que se referían a la vida familiar, social y cómo entender mejor el entorno para poder mejorarlo.
Sócrates respondía a todos ellos inmediatamente: “Vayan al Templo de Apolo en Delfos, allí se encuentra la respuesta”. Varios desconcertados, y no pocos sorprendidos por la respuesta del maestro, se dirigían al templo indicado. Y con gran sorpresa encontraban la respuesta grabada en el arco de la entrada del santuario del Apolo: “y v Ŵ 0 l ó £ a u t ó v”, que significa: conócete a ti mismo.
Eran palabras que mandó a grabar Sócrates para todos los que buscaban respuestas externas. Primero, es conocerse a sí mismo. Porque cuando te conoces, sabrás dar las respuestas a lo externo y al entorno que nos rodea. Sócrates sabía perfectamente que conocerse era la clave de todo. Y esta era la mejor lección que dejó a sus discípulos. Les dejó la herramienta más útil: el autoconocimiento, la llave para lograr cualquier objetivo que uno se proponga.
Y además, en su gran sabiduría, les dejaba el “material para trabajar” para toda su vida. Porque no se trata de decirse a uno mismo: “ya me conozco y ya está listo todo”, es un proceso que dura toda la vida. Siempre nos queda algo por aprender. No hay nada peor que un “todólogo”. Huyan de alguien así. Son aburridos y cansan, porque piensan que tienen todas las respuestas.
Nunca sabrán disfrutar de las inquietudes y nunca verán una ventana abierta para ver el mundo. Ellos siempre mirarán en su espejo, pero será una imagen deformada y nunca trasparente para observar el mundo real.
¿Qué significa saber conocerse?
Parece una pregunta simple, pero no lo es. Implica saber qué es lo que está pasando realmente conmigo. Significa conocer la fuente de mi estado de ánimo: mis miedos, enojos, tristezas, preocupaciones, alegrías, motivos para estar nervioso, desequilibrado, estresado, entre otros.
Conocer la raíz, motivos de tu molestia, lágrima o enojo, euforia y risa, ayuda verdaderamente a asimilarlo, aprenderlo a manejar y vivirlo de una manera positiva. Es la condición “sine que non” para poder gestionar bien las reacciones y llevar bien el control de mi vida.
Porque yo seré el que decida si, y hasta qué punto pueden afectar a mi mente las circunstancias externas. Créanme que no vale la pena ceder este gran poder a los factores externos, ni tampoco que otras personas influyen e impacten sin control en nuestras vidas.
Yo tengo que tener ese gran poder y decidir hasta qué punto me pueden afectar, y cómo responder a otros factores y personas. Como lo describe M. Sotomayor en su libro que cité al inicio: “Todo lo malo tiene algo positivo, todo lo malo que pasa lo puedo convertir en algo bueno, esto significa que nada puede afectarme”.
¿Cómo conocerme?
En primer lugar, date tiempo para conocerte. El tiempo es uno de los recursos no renovables más preciados, y tienes que aprovecharlo. Nos damos tiempo para muchas cosas, pero para alguien más importante, que eres tú, no lo encontramos. ¡Qué triste! Cuando algo está mal y nuestra vida se complica, buscamos inconscientemente muchas distracciones como comida, fiesta, alcohol, telenovelas. Esto ocurre porque hay en nosotros una tendencia a la destrucción, y lo natural es buscar algo fácil que nos da el placer.
Y todo esto lo hacemos porque no sabemos y no queremos saber qué es lo que realmente pasa con nosotros. Por ende, tienes que buscar un tiempo solo para ti al cien por ciento, para iniciar un diálogo interno.
Posteriormente, tienes que hacerte las preguntas correctas: ¿Por qué nos sentimos así? ¿Cómo llegamos a este punto? Empieza a analizarte bien, en comunicación sincera inicia el proceso de autoconocimiento: mis razones, motivos, sentimientos, historia de mi vida. Pregunta por lo real para explotar al máximo tu conocimiento. Reconoce tus fortalezas y debilidades en este proceso. Tú eres el único dueño y responsable de tu vida.
Las preguntas te llevan a la conclusión de las nuevas estrategias buscando tus habilidades, lo que te apasiona y dejar al margen los fracasos. Aprender tanto de lo positivo como lo negativo de tu persona. El tercer elemento, después de haber identificado qué es lo que quieres, es dar un paso hacia adelante. Con fuerza de ánimo seguir adelante preparando las estrategias, métodos, enfrentarte con el reto, buscar soluciones, resolver cualquier problema que se presente.
Y personalmente, creo que lo más hermoso es cuando uno se da cuenta de que en este proceso está disfrutando su cambio, se está transformando por completo y empieza a verse a sí mismo, al mundo, el entorno, a los demás, con otros ojos. Estoy seguro que esto te permitirá ir un paso más adelante de cualquier persona, pero lo más importante, te dará una gran ventaja sobre el contrincante más fuerte, valioso e importante, que eres tú mismo.
En el momento en que tengas la mente abierta y el corazón tranquilo, tendrás la capacidad de analizar tus áreas de oportunidad, retos, talentos, mejorías, defectos… sabrás cómo modificarlos, qué valores y tácticas puedes utilizar, y lo que podrías agregar para que tu persona sea cada vez mejor.
Te darás cuenta de tus inmensas capacidades y lo que podrías lograr si quisieras. Sabrías qué es lo que habrás de preparar, porque esto en algunas ocasiones te puede costar mucho trabajo y esfuerzo. Pero, en fin, dependerá de ti, de tus decisiones, de haber podido controlar tus sentimientos y emociones. El final de este camino es: “ser el mejor tú que pueda existir”.
Es importante reconocer que esta “competencia” es solo contigo mismo, con nadie más. En este “combate” no hay comparaciones con ninguna persona que esté mejor, igual o peor que tú. Si necesitas alguna comparación, hazla contigo mismo. Mira y recuerda la persona que fuiste hace unos años, días, y compárate con el tú del día de hoy. ¿Qué es lo que superaste y qué te falta para mejorar?
Si te das cuenta que la competencia es contigo, sin duda decidirás estar mejor con los demás, y por lo mismo podrás tener mejor control sobre cómo reaccionas ante todos esos factores externos.
Y desearía terminar con la acertada e inolvidable cita del filósofo, poeta y escritor alemán, uno de los pensadores más influyentes del siglo XIX, F. Nietzsche: “El hombre que domina a otro hombre puede ser admirable, pero el hombre que se domina a sí mismo es invencible”.
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