Sebastián Korczak
Clases de amistad, según Aristóteles
Aristóteles era un sabio, y no sólo trataba los temas fundamentales de la vida de forma teórica, sino también era muy práctico. Uno de los temas al que dedicó varias obras era la amistad (areté). Según él, es una relación (si es verdadera) que nos lleva a la plenitud y a la felicidad.
Y como es un tema tan importante, básico y relacionado con todos a lo largo de su vida, especificó detalladamente las formas existentes de amistad en uno de los pilares de la filosofía occidental: “Ética a Nicómaco” (el Libro VIII, IX).
Su texto sigue siendo una magnífica fuente de inspiración y modelos de amistad. “La amistad es un tipo de virtud o por lo menos está unida a ella. Nadie querría vivir sin amistad aunque tuviera todas las riquezas que quiera; siempre se va a preferir la amistad, (…) los amigos siempre estarán para dar consuelo y refugio”.
Según él, la amistad recibe, pero sobre todo otorga, especialmente en aquellos momentos en los que la ayuda no se pide expresamente. Desde luego, para el estagirita, no es un mero intercambio de ayudas, como si de una balanza de pagos se tratase, ya que recuerda que “no es noble estar ansioso de recibir favores, por más que igualmente hemos de evitar ser displicentes por rechazarlos”.
¿A dónde quiere llegar el filósofo? A que el hombre feliz necesita amigos, siguiendo la correlación entre virtud, felicidad y compañerismo. Su argumentación es aparentemente simple: “El desgraciado necesita bienhechores y el afortunado personas a quienes hacer bien”.
TIPOS DE AMISTAD
Hay tres clases de amistad, según Aristóteles: amistad por utilidad, amistad por placer, amistad recíproca.
Amistad por utilidad: Este tipo de amistad sólo se mantiene por el provecho de algún bien o utilidad. En esta parte la amistad sólo se enfoca en el interés, sin tener en cuenta de quien se es amigo. En esta clase de confraternidad son habituales las reclamaciones y los reproches. Por esta misma razón, la amistad por utilidad es de poca duración y fácil de romper, porque dura hasta que dura el interés.
También puede deshacerse esta amistad cuando al amigo que está interesado le interesa otra cosa. Los hombres que prefieren este tipo de amistad son las personas maduras y de edad avanzada, pues ya no quieren un amigo sino les da provecho o utilidad alguna. A veces se trata simplemente de aduladores que quieren ganarse el favor del otro.
Amistad por placer: Este modelo de amistad es parecido al anterior, pues el interés se dirige a lo placentero, que es estar con dicha persona. Se encuentra un peculiar punto intermedio entre las otras dos, pero ¿en qué se diferencia de ambas? En los que se quieren por interés, la amistad obedece al propio bien; y en los que se quieren por el placer, a su propio gusto.
Por ejemplo, puede estar con una persona porque le gusta su conversación o su compañía. Similarmente a la amistad por utilidad, el placer no está enfocado en el amigo sino que en el placer en sí mismo. Así como los placeres pasan, este tipo de amistad igual pasa. Los hombres —según Aristóteles— que tienden a tener este tipo de amistad son los jóvenes, porque viven conforme con sus afectos y siempre quieren experimentar placeres nuevos.
Amistad recíproca (perfecta): La más permanente y, por lo tanto, la más rara. Esta amistad es mutua y surge por los sentimientos correspondidos entre los dos hombres (o mujeres, o mujeres y hombres), donde no hay ninguna clase de interés ni utilidad. Es altruista y nunca ve de forma instrumental a un amigo. Se da entre los hombres buenos e iguales en virtud, ya que estos quieren el bien el uno del otro, en cuanto que son buenos, y son buenos en sí mismos.
Este es el tipo de amistad que más perdura en el tiempo, porque dichos hombres se desean el bien los unos a los otros. Los hombres tendientes a este tipo de amistad son los hombres buenos y virtuosos. Son los hombres que se asemejan en bondades y cualidades. No hay sitio para el agravio mutuo en esta clase de compañerismo.
La perfecta amistad destaca el bien que se encuentra en la persona humana como bien final (lo que hace que esta clase de relación esté inscrita en la ética aristotélica).
Además, “se muestra que la ‘philia’ comporta una ‘autophilia’ legítima. Si el amigo es otro yo, también uno mismo es un yo”. En otras palabras, el hombre bueno debe ser amante de sí mismo, porque de esta manera se beneficia a sí mismo y, a la vez, será útil a los demás.
IMPORTANCIA DE LA AMISTAD
Si analizamos estos tres tipos de amistad, todos hemos caído en algún momento en cada una de ellas, a lo mejor sin darnos cuenta. Sólo se revela la verdadera amistad cuando ocurre algo importante en la vida y vemos quien se queda a nuestro lado, o vemos el actuar de quienes nos rodean.
Lo viví en persona y doy fe de que encontré la confirmación de unos amigos y de otros tantos, que se relacionaron únicamente por utilidad. Si te pasó algo parecido, entiendes el dolor de la traición y el luto necesario para poder seguir adelante. Y te darás cuenta de que una verdadera amistad no aspira a recibir nada a cambio, pero a la vez está dispuesta a dar todo: “La amistad, si verdaderamente lo es, se crece en las adversidades”.
Hay amistades que son breves, pero significativas, y no necesariamente se miden siempre por años. Lo importante era tener un amigo en un momento oportuno, y más vale contarlos con los dedos de una mano que tenerlos por montones.
Seguramente te viene a la mente alguien especial, para definir uno u otro tipo de amigos indicados en el esquema de Aristóteles. Es completamente normal, porque la vida es un aprendizaje y también nuestras relaciones cambian y maduran. Nos hacen crecer como personas, individuos; nos hacen conocernos mejor y ojalá nos ayudaran a decidir mejor sobre qué personas queremos en nuestras vidas.
De acuerdo a nuestro esquema de valores se definen nuestras amistades. Ojalá ya no haya lugar para el tipo de “abusadores” y “oportunistas”. Es sano dejarlos atrás y buscar unos verdaderos amigos: “Amigo es aquél que entra cuando todo el mundo ha salido”, dice un refrán portugués.
Aristóteles es muy claro afirmando que la amistad de uno, con respecto a sí mismo y a los demás, se da en el hombre únicamente mediante la adquisición de la virtud, y son causa y fuente de la amistad de uno con respecto a los demás. Es “conditio sine qua non” de la amistad hacia el prójimo en general. La perfecta amistad nos ayuda a ser mejores buscando la virtud y el bien. Por ende, según el filósofo: “mejora tu confianza en ti mismo y tu autoestima, y aumenta tu sentido de pertenencia y de propósito”.
Ojalá este 14 de febrero, que conmemoramos tan bello valor de la amistad, nos permita reconocer con quién estamos parados y hacia dónde van nuestras amistades. Vale la pena darnos un momento de introspección. Veamos nuestras relaciones de amistad. ¿Cuáles son utilitarias, placenteras o verdaderas?
Al final de cuentas, nuestras amistades son un reflejo de lo que somos nosotros mismos, de lo que ofrecemos o buscamos en los demás. La vida misma nos pone en el camino varias y diferentes relaciones de amistad, y no importa qué tan serio te pide la vida que seas, todos necesitamos un amigo con el cual “payasear”. Como solía decir mi verdadero amigo: “la vida es como un rollo de papel de baño. Entre más se acerca al final, más rápido se va”.
Más historias
CALAVERITA: MIENTE, INSULTA Y SOBAJA
EN LAS TRIPAS DEL JAGUAR: 22 NOVIEMBRE 2024
Que vieja tan terca