Cientos de familias acudieron en el Día de los Fieles Difuntos a los cementerios de la ciudad a llevar ofrendas, flores, comida y veladoras, oraron por las almas de sus seres queridos, y en el panteón de Samulá el obispo José Francisco González González encabezó la ceremonia religiosa en que destacó que es necesaria la muerte para alcanzar la vida eterna.
El párroco de Santa Lucía, Roberto Ferráez Valladares, celebró en el estacionamiento del panteón los oficios religiosos de los Fieles Difuntos y recordó a las víctimas de la pandemia “que nos hizo sacudir, nos hizo reflexionar que debemos estar preparados para el momento en que seamos llamados”.
Como cada año, reaparecieron en ese panteón los niños lavatumbas. ¿Requiere agua para sus flores? ¿Le lavamos o pintamos su tumba?, ofrecían en tropel, aunque la mayoría los rechazó. Al parecer no hay dinero, la gente no tiene, afirmó desilusionado Diter Leonardo Rivera Rodríguez.
Nosotros lo que hacemos es la limpieza de las bóvedas, también las pintamos, pero hoy la cosa está tranquila. No cobramos, es lo que quiera dar la gente, nace de ellos, a veces es 20, 30 o hasta 50 pesos, pero les decimos y la respuesta es no, lamentó. En la entrada, de los cementerios hubo venta de flores y veladoras.
Quien lamentó el robo de la herrería que protegía la bóveda en la que descansa su esposo José Luis Rico Pérez, fue doña María Guillén Chi, y dijo: “No se vale, aquí hay muchas otras que también fueron robadas. No hay vigilancia y ahora no puedo dejarle algo de más valor a mi esposo, porque se lo van a llevar”.
En los cementerios de Siglo XXI y Jardines del Ángel también hubo gran afluencia para visitar a sus fieles difuntos, y de paso aprovechar para limpiar y dejar ofrendas, aunque otros no recibieron ni una flor.
En numerosos casos, a la difunta o difunto le dejaron sobre su lápida su comida o bebida favorita, refrescos, cerveza, un pedazo de pibipollo, pan tradicional, un cigarro, una fotografía de recuerdo, un rosario, entre otros.
Esta vez no hubo filtros sanitarios ni personal que dispensara gel con alcohol, o que recomiende la sana distancia o regulara el uso correcto del cubrebocas, por lo que muy pocos lo usaron, al considerar que es voluntario ahora usar esa mascarilla en determinados sitios públicos.
En el panteón municipal de Samulá, que data desde 1957, se observó baja afluencia de personas que limpiaron y adornaron las tumbas de sus fieles difuntos.
El obispo José Francisco González González presidió la misa y señaló que cuando se experimenta el gran dolor de perder a un ser querido no se hallan palabras, y aunque la muerte es un misterio, la vida también y provoca sentimientos diferentes de pérdida, y por otra parte, la alegría. Resaltó que para pasar a la vida eterna es necesaria la muerte, y el Evangelio lo marca. Dios nos juzgará al final de nuestras obras.
González González mencionó que es importante mantenerlos en la memoria, que es donde siempre viven, pedir por ellos y las ánimas del purgatorio a través de la oración para que con intercesión de la Virgen María lleguen al cielo con Dios y Jesucristo para vivir la vida eterna.
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