Agradecidos con lo poco o mucho que les ha dado la vida, María del Socorro Sánchez Pérez y Francisco Caamal Sánchez, madre e hijo, trabajan afanosamente en elaborar piñatas, que les redituará algunos pesos para comprar víveres y tener para comer en la Nochebuena y los días por venir, “porque en ocasiones sólo es agua con un poco de café, acompañado de un bolillo”, aseguran.
Momentos difíciles pasan madre e hijo. Doña María con 78 años de edad y Francisco con 57, agradecen a Dios continuar juntos, darles la fuerza en medio de carencias y enfermedades para continuar elaborando, en esta temporada, piñatas sobre encargo para venderlas al mejor postor, que les deja dinero para adquirir los alimentos vitales para su subsistencia.
Viven en modesto y pequeño cuarto, ubicado sobre la calle San Manuel, número 68, de la colonia Peña, frente a Minas. Son muy conocidos. Siempre se les ve juntos, más cuando doña María debe estar al pendiente de Francisco, que padece del corazón, presión arterial y la columna vertebral, que en ocasiones le impiden la movilidad.
Pero aún en los días más grises, cuando no hay para comer, se encomiendan a Dios y reciben la ayuda de los vecinos, de los que dice doña María, “los conocemos a todos, todos nos conocen y nos ayudan con un bocado de comida, que agradecemos infinitamente”.
Para ellos el 24 de diciembre, la Nochebuena, es fecha especial, pues son muy creyentes y profesan la fe. “¿Cómo la van a pasar? ¿Ya tienen la cena?”, se les cuestionó, y respondieron: “Hay Dios mío… Te diré como lo hacía mi mamá —dice doña María—, que ante la pregunta de qué se comería en el día siempre decía que tajadas de viento y explicaba que cuando lo sintiéramos abriéramos la boca y nos llenáramos, porque no había nada”, recuerda jocosa.
Pero nunca hay que perder la fe, aclaró, y verás que nunca te faltará la comida. Así es —confirma Francisco—, desde un extremo de la mesa de madera que ocupan con herramientas y materiales con que elaboran detalladamente una piñata de 7 puntas que venderán en 300 pesos. No hay que abusar. Sí cuesta trabajo, pero no para cobrar 600, como las están dando en otros lados, precisa doña María.
Para hacerse de recursos, desde hace 20 años elaboran piñatas y dulces, desde que llegaron a este lugar. Estaban terminando la Fidel Velázquez cuando nos venimos para aquí. Estamos trabajando y en ocasiones nos va bien y en otras mal, pero mientras nunca se pierda la fe en Dios, todo estará bien. Quien pierde su fe, mejor que olvide todo, porque no podrá hacer nada, reflexiona.
En el fragor del cortar y pegar pedazos de papel metálico al globo que terminará siendo una piñata, doña María dice que tiene otras hijas, “pero esas nunca se acuerdan que tienen mamá. Nunca vienen”, asegura melancólicamente.
¿Qué hará hoy 24? Sólo Dios sabrá, si es su voluntad, habrá algo (de comer) sino, pues estaremos conformes con un vasito con agua, nunca renegamos por nada. Porque nos vamos a afligir, a sentar a llorar… No, mientras uno tenga la fe de Dios, aseguró.
Sin dejar de cortar y pegar, recuerda que han pasado días muy difíciles, en la que sólo han tenido agua potable para tomar. Hace poco más de 15 días estuvimos tomando agua del tubo, no había para comprar. Mis vecinos decían que la hirviera para que no nos enfermáramos, y no hemos muerto.
El terreno donde viven es de su propiedad. Por este pedazo de tierra he sido muy envidiada, no comprenden que cuando uno se muere no nos llevamos nada, ni tierra, no hay que encapricharse por nada, comenta.
Cuenta que integrantes de la iglesia de Presidente de México les han sacado de apuros. Cuando no tenemos nada, parece que el Señor los envía, nos traen algo de víveres, a ver si por estos días se aparecen, si no a conformarse con lo que tenemos. Les agradece atenciones y ayuda.
Este 24 si hay qué bueno, si no, estaremos felices. Nunca renegamos. Iremos a misa, regresamos a la casa, tomamos café, gustamos la televisión y a dormir, concluye.
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