Víctor Collí Ek (*)
Democracia en riesgo
¿Qué provocó que en Brasil el 8 de enero pasado, un grupo de personas vandalizara el Congreso Nacional, la Corte Suprema y el Palacio Presidencial en Brasilia? Este 20 de enero tuvo lugar una conferencia denominada: “Challenges to Democracy in Brazil and implications for Lula´s presidency” en donde se abordó esta pregunta que resulta interesante porque afecta instituciones fundamentales como la democracia y movimientos políticos como el populismo.
En la conferencia intervino la profesora Monica de Bolle, quien es del Peterson Instituto of International Economics, y el profesor Matias Spektor, del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales.
La profesora de Bolle invitó a pensar en una lectura de amplio espectro. Para ello se refirió a un estudio del profesor de economía Albert Hirschman y el llamado “Efecto Túnel”.
Imaginemos que estamos transitando por un túnel con dos carriles que van en el mismo sentido. De repente el tráfico para y posteriormente el carril a lado tuyo se empieza a mover. Por supuesto sientes alegría porque en algún momento pronto igual te moverás, pero no sucede así, el carril de a lado se sigue moviendo pero el tuyo no, y tus sentimientos empiezan a cambiar hacia la molestia y con el paso del tiempo, la furia.
Es una figura para entender cómo se comportan las diferentes partes de la sociedad frente a los cambios de la movilidad social en sus diversos aspectos. E igualmente es una forma de observar Brasil. Al principio nada se movía, había resentimiento social, pero general. Luego aparece Lula con su primera vez en la Presidencia y se da dentro de un entorno económico propicio, empieza a apoyar a algunos sectores sociales, hay crecimiento. Esto genera insatisfacción en algunos sectores sociales, que ven que los demás se mueven más rápido que ellos. Los muy pobres, los pobres y los muy ricos se empiezan a mover más rápido, pero las clases medias se ven atascadas.
Ahora, el profesor Spektor nos invita a pensar una pregunta interesante que ya se había planteado en un estudio de 2016, justamente antes de que el ahora expresidente Bolsonaro apareciera por primera vez en la escena política: ¿por qué no hay polarización en Brasil? Hay una masiva inequidad racial, inequidad social, una división entre el norte y el sur, el país había sido gobernado por el centro-izquierda y el centro-derecha. La teoría a la que llegó, es que había un diseño institucional que evitaba la polarización: un sistema multipartidista con representación proporcional, lo que generaba clientelismo, había corrupción endémica, siempre había coalición para formar gobierno por parte del presidente.
La pregunta siguiente es que con la llegada de Bolsonaro, ¿se podría romper ese sistema? Un sistema inepto para asegurar equidad social, una economía con pobre desempeño, mala redistribución de ingresos, un país que gasta pobremente. En ese contexto hay un escándalo masivo de corrupción: “Lava Jato”, el que le muestra a los votantes cómo se formaban las coaliciones políticas, se debía dispensar dinero a las coaliciones, dinero proveniente de financiamiento ilegal, que a su vez se traducía posteriormente en generosos contratos públicos. Esto rompió la estabilidad que existía.
Lo anterior generó que un actor que por 20 años no había aparecido en escena lo hiciera, las Fuerzas Armadas, quienes se presentan frente a la sociedad con lo que realmente se quiere en ese momento, quebrar al sistema corrupto, y eso es lo que representó Bolsonaro, quien participa con el mensaje de destruir y después reconstruir, consecuentemente arrasando en las votaciones.
Una comparación interesante apareció después de este 8 de enero pasado: Bolsonaro en Brasil y Trump con la toma del Congreso el 6 de enero de 2021.
Sin embargo, la comparación es inexacta, existen diferencias importantes entre EUA y Brasil. Los Estados Unidos son una democracia con más de 300 años de funcionamiento, con instituciones fuertes que no se preocupan por la milicia. Mientras Brasil es un sistema político desacreditado, roto, donde la milicia es muy poderosa, que tienen un representante en Bolsonaro y que están siendo reacios a apoyar al nuevo presidente Lula.
Existen entonces preocupaciones por el futuro de la democracia en Brasil. Lula ganó por un margen muy cerrado del 2%, la economía brasileña estancada y aunque los actores políticos, inclusive los cercanos al expresidente Bolsonaro le están dando la espalda, las circunstancias relatadas siguen presentes, nada garantíza que un nuevo “Bolsonaro” pueda volver a aparecer.
(*) Investigador de la Universidad Autónoma de Campeche.
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