LA VÍCTIMA SE ENFRENTA A LA BUROCRACIA DE LAS AUTORIDADES
Por intento de feminicidio, Andrea acusó a su esposo E.C., elemento de la Guardia Nacional, quién casi la asesina al golpearla en repetidas ocasiones en su hogar en el poblado de Sihochac, Seybaplaya. Del “infierno” logró huir con su hija menor de edad.
Para el colmo, el sábado pasado que ocurrieron los hechos, pese a que la víctima se presentó con moretones en la espalda, brazos y en el ojo izquierdo a las instalaciones del Ministerio Público, se negaron a levantar la denuncia por tentativa de feminicidio y se la clasificaron como violencia intrafamiliar.
Mi esposo me quería matar, aquel día comenzó a torturarme, me sometió al colocar su pierna sobre mí y pegarme de bofetadas, luego con un martillo me daba en los dedos de las manos, después con el cable y a puñetazos en el rostro, narró la afectada en llanto.
Al pasar las horas, Andrea aprovechó la oportunidad cuando el agente federal se descuido al salir para pedir una pizza para cenar.
“En ese momento me salí sin nada, agarre a mi hija de seis años, la subí a la moto para llegar a casa de una amiga a refugiarme; los policías dijeron que no podían intervenir”.
Andrea logró viajar a casa de familiares en la capital campechana, donde ahora la apoyan, sin embargo, se enfrenta a la burocracia de los agentes del Centro Estatal de Justicia para las Mujeres (CJM), donde le piden muchos requisitos para investigar su caso.
Me hicieron esperar cinco horas, para decirme que debo regresar a Sihochac para que me cambien la denuncia de violencia a intento de feminicidio, tiempo que le dan a mi marido para huir. Ahora tengo miedo que me busque y acabe con mi vida junto con la de mi hija, lamentó.
Por lo pronto, Andrea sólo recibió la promesa de las autoridades ministeriales de asignarle una patrulla con agentes que vigilan en el lugar donde vive, esperando por justicia.
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