SE VENCE EL PLAZO, EL PUEBLO YA SE CANSÓ…
A días de que la gobernadora Sansores San Román entregue al Congreso el texto de su Segundo Informe de Gobierno, para que precise a dónde ha ido cada centavo de los casi 50 mil millones de pesos que ha ejercido en este lapso, en el pueblo campechano aflora el hartazgo, el cansancio, el hastío de esperar el cambio y las mejorías que prometió.
El desencuentro de la gobernadora con un nutrido grupo de transportistas en el acceso del estacionamiento subterráneo de Palacio de Gobierno en la noche del pasado martes —al término del show cómico-musical-circense del Martes de Enjuagar— es sólo una pequeña muestra del cansancio del pueblo noble y generoso que esta decepcionado y desencantado porque la persona que conoció como candidata no es la misma que ejerce el poder.
Con el rostro desencajado, colérico, labios inyectados de botox que temblaban sin control, voz avejentada y apanicada por encontrarse frente a un pueblo furioso por su falta de resultados, a la gobernadora no le quedó más que recurrir a la amenaza: “Si me tocan no los recibo el jueves… Me tocan y a nadie voy a atender… ¡Basta ya!… ¡Basta ya!…”
El pánico a ser agredida a pesar de su nutrido escuadrón de guardaespaldas, la ausencia de su consentida guanajuatense Marcela Muñoz Martínez para rodearla de antimotines, la ineptitud y ridiculez de su sobrino Gerardo Sánchez Sansores, alias “Seso Loco” —a quien envió para “apagar” el fuego, pero lo azuzó más—, se leían en cada pliegue de las arrugas que afloran en el rostro de la mandataria, mientras veía a los ciudadanos exigiendo sus derechos, con ganas de volcar su lujosa camioneta para obligarla a bajar a dialogar.
Lejanos quedaron aquellos tiempos cuando ella, al frente de su horda de fanáticos, ingresaba a predios, allanaba oficinas públicas, aporreaba vehículos oficiales, amenazaba, gritaba y acorralaba a sus adversarios políticos. Hoy que está del otro lado de la banqueta, Layda Sansores no aguanta la presión. Sabe ofender, pero no acepta ofensas. Insulta con fluidez, pero aborrece que la insulten. Difama a placer, pero se queja y retuerce cuando es la difamada.
Del otro lado de la ventanilla de su lujosa camioneta, orgullosa y soberbia se negó a descender a dialogar. Escuchó con claridad los gritos del gentío que la tenía acorralada: “La gente está molesta… Qué le cuesta escucharnos 10 minutos… Vea lo que está haciendo su gente con nosotros… Nunca está usted en Campeche, por eso no se entera de las burlas que nos hacen…. Bájese de su camioneta, escúchenos y le contamos todo…”.
Ante su negativa a escuchar, fluyeron los reproches: “¿Cómo cuando quería el voto se bajaba y saludaba a todos?… Ahora que es gobernadora nos amenaza y no se baja de su camionetota… Queremos a la gobernadora, si a eso se le llama gobernadora…”.
La impotencia se desbordaba de los ojos de la mandataria, acostumbrada a porras rentadas, aplausos pagados y fanfarrias simuladas. La alcanzó una realidad distinta a la de su escenografía de oropel. La niña mimada que tuvo como capricho ser gobernadora, enfrenta ahora los nulos resultados de su desgobierno.
¿Y qué querían los transportistas? Dialogar. Ser escuchados, consensuar soluciones al complejo servicio de transporte urbano, suburbano, rural, en combis, mototaxis, etcétera, porque el inepto director del Instituto Estatal del Transporte, Raúl Cárdenas Barrón, no los atiende, y el nuevo mandamás, ÍñigoYañez, sólo es pieza para cederle el negocio al pulpo denominado Autobuses de Oriente (ADO).
Tuvieron que gritar para hacerle saber a la testaruda Layda Elena Sansores San Román que aborrecen su decisión de otorgar la concesión a Mobility ADO, y manifestaron su repudio a la “cacería de brujas” que emprendió contra ellos, para quitarles sus unidades. ¿La razón de esta campaña de represión? La entrega de miles de firmas de usuarios del servicio que respaldan a los taxistas y se oponen a ceder todo al consorcio ADO.
Incapaz de enfrentarse a la adversidad, Sansores quiso que acudiera el secretario de Gobierno, el inhabilitado florero chiapaneco Aníbal Ostoa Ortega, quien dijo los atendería el jueves a las 13:30 horas, por lo que enardecidos bloquearon el acceso al sótano donde, al verse acorralada, Sansores no tuvo de otra que escucharlos y confirmarles día y hora de la cita.
“¡Qué salga! ¡Que dé la cara! ¿Dónde está la gobernadora? ¡Sal Layda, así como fuiste con los transportistas a pedir el voto!, y ¡gobierna mejor mi abuela!”, exclamaban los quejosos encabezados por representantes del Movimiento Nacional Transportista (MNT). Exigían entrar al Martes del Jaguar, pero agentes de la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana (SPSC), a cargo de la guanajuatense Muñoz Martínez, y personal de la Secretaría de Gobierno que resguardaban el inmueble, no los dejaron entrar, por lo que bloquearon ambas puertas y gritaron: “Nadie entra y nadie sale”.
El desenlace de esta historia aún está por verse, pero por la conducta que hemos observado estos casi dos años de ejercicio de poder de Layda Sansores, lo más probable es que el problema se complique ante la reiterada negativa gubernamental a consensuar una salida adecuada.
Es conocido el revanchismo de los Sansores. No se descarta que persigan y hostiguen a quienes desafiaron a la mandataria, para después exhibirlos y declararlos “enemigos del Estado”, decomisarles sus unidades y revocarles la concesión, aunque empeore la crisis.
Lo ocurrido el pasado martes es una advertencia. Amenazan los transportistas con bloquear la carretera federal Campeche-Mérida, si persiste Layda en despojarlos de sus fuentes de empleo y afectar gravemente a más de 15 mil familias que dependen de la actividad. Esa terquedad les sumaría 15 mil los votos en contra de Morena y de los candidatos que impulsen los Sansores.
Y a esto sume la molestia, hartazgo, hastío de otros sectores de la sociedad campechana: los apicultores, a quienes abandonó luego de que les mataron a millones de sus abejas; a los pescadores, excluidos de programas sociales y en el más completo abandono; a los maiceros, se les cobra el fertilizante que el presidente López Obrador anunció que sería gratuito; a los grupos religiosos, vilipendiados, ofendidos, acosados y amenazados por la intolerancia que gobierna Campeche, etcétera.
Layda Sansores enfrenta los resultados de su desgobierno y observa el rostro crudo y encabronado de la sociedad campechana que ve cómo, otra vez, su familia y su rapaz círculo de incondicionales, se enriquecen insultantemente con dinero público, mientras los índices de pobreza, delincuencia, rezago económico, retrasos en servicios de salud, etcétera, van en picada.
El plazo para demostrar la capacidad de este Gobierno venció hace meses. Si su curva de aprendizaje era larga, al pueblo ya le llegó al tope. No hay resultados por ningún lado, ni se aprecian mínimas intenciones de enmendar el rumbo. Los campechanos le cobrarán la factura más temprano que tarde. Cada día están más cerca las elecciones.
LA RESPUESTA DE LOS TRANSPORTISTAS
No hay armas, ni discursos, ni soflamerías, ni obstáculos insalvables cuando una sociedad decidida enfrenta la injusticia. A sus peticiones han recibido la burla, la trampa, el desdén y la mentira, combustibles que los unen y fortalecen en su causa, como pudo comprobar Layda Elena Sansores San Román en su espectáculo circense “Martes de Enjuagar”.
A grito firme, decidido, valiente y unánime, los concesionarios exigieron diálogo a Sansores. Están hartos de que insista en concesionar el servicio a Mobility ADO y los quiera obligar a formar una inequitativa alianza con ellos. Ante el cansancio, los transportistas determinaron bailar al son que les toquen. Ya basta de evasiones y ofensas.
Sansores se acobardó ante la multitud. Esta vez no hubo insultos, si acaso veladas amenazas. El calor derrite y el jaguar no enfrentó la lumbre. Probó una sopa de su propio chocolate, que por momentos pareció que se saldría de control. Los transportistas llevaron al frente a Mayreli Uc Tun, presidenta de taxis colectivos Tú tiip’ i ’kin de Calkiní, que sentenció que el director del Instituto Estatal del Transporte (IET), Raúl Cárdenas Barrón, es un cero a la izquierda, y debe irse.
Convocó a enfrentar a Layda Sansores, y reculó cuando ya lograban su objetivo. Traidora, le reclamaron otros liderazgos. Tienes compromisos con el Gobierno. Ya lo vimos. Tu conducta lo revela. Ese es el punto a considerar ahora dentro de las filas de los transportistas, que ya tienen identificada a una quintacolumnista. Cuidado. No es de confiar.
Se debe reconocer, eso sí, la determinación de la mayoría de los transportistas, encabezados por Carlos Tax Cab y Matías Martín Santinelli Domínguez, de las cooperativas Castamay y Suctuc Urbanos. No aceptaron las promesas de calle del florero chiapaneco secretario de Gobierno, Aníbal Ostoa Ortega, ni la intromisión del sobrino Gerardo Sánchez Sansores, que reveló una vez más que toma ilegales e indebidas decisiones en el Gobierno, sin tener cargo oficial.
¿No qué no esta metida su familia en el Gobierno? Peca de cinismo la gobernadora al preguntar con qué derecho se meten con su familia. Están metidos en la toma de decisiones, según confirman extraoficialmente los titulares de su gabinete. Otra marca al desprestigiado jaguar.
MALAVÉ, LA TORPEZA DE LA INTOLERANCIA
¿Qué habría sucedido en 1997 si un diputado priísta encolerizado, fuera de sí, violento y amenazante, hubiera agredido física y verbalmente y expulsado de la explanada del Palacio Legislativo al grupo de personas que, a nombre de la Resistencia Civil Pacífica, protestaba contra “el fraude” en las elecciones de ese año?
La queja por esa intolerancia y represión habría rebasado a la Organización de Estados Americanos, la Organización de las Naciones Unidas y la Confederación Intergaláctica de la Defensa de los Derechos Humanos, y habría habido plantones, marchas, bloqueos, huelgas de hambre, pronunciamientos y la exigencia laydista de inmediata destitución del diputado agresor.
Sin embargo, la estupidez cometida el pasado lunes por el diputado morenista Héctor Malavé Gamboa, en contra de decenas de ciudadanos de diversas agrupaciones religiosas que acudieron al Congreso a entregar una iniciativa para reformar el artículo sexto de la Constitución Política de Campeche, que expone el respeto el derecho a la libertad religiosa, no será sancionada ni recibirá amonestación pública alguna.
Narrativa, imágenes, audios y videos de lo ocurrido antes de la sesión del lunes pasado, muestran que Malavé Gamboa necesita urgente atención psiquiátrica. No está bien de sus cabales. Un sujeto con sus características, actitudes y mentalidad cerrada y obsoleta no tiene nada qué hacer en el Congreso del Estado. No es factor que abone a la solución de problemas, y a lo mejor es recomendable sujetarlo a un juicio de interdicción.
Pero el enigma que rodea este acontecimiento es: ¿representan la postura y dichos de Malavé Gamboa la política institucional de la Administración sansorista hacia las agrupaciones religiosas? Es decir, ¿el Gobierno de Layda Sansores no tiene una relación armoniosa con los representantes de los diversos credos y religiones que existen en territorio campechano?
Que no se olvide que en los lúgubres pasillos de la vox pópuli se rumora que la gobernadora Sansores practica la santería, junto con algunos integrantes de su círculo más cercano, y que a eso obedecen esos eventos públicos en que ha participado con danzas estrafalarias y cánticos marcianos. Nadie, sin embargo, le reprocha a Sansores que tenga aficiones santeras o encomiende a sus gurús que se encarguen de sus adversarios.
Porque debe prevalecer el respeto y no debe implementarse ninguna campaña o agresión en contra de los representantes de otras creencias, que sólo desean tener certeza jurídica de que pueden profesar su religión sin problemas.
Sería grave que lo expresado por Malavé a los grupos religiosos forme parte de la postura oficial. Decir que “se le van a cerrar todas las puertas a la Iglesia Católica”, replica la política sansorista que mantiene en contra de sus adversarios políticos y mediáticos, a quienes no sólo les ha “cerrado todas las puertas”, sino que los persigue, hostiga, amenaza, demanda e intenta encarcelar.
Fue por demás ridículo que en su más reciente Martes de Enjuagar, la gobernadora afirmara con inaudito cinismo que respeta la libertad de expresión y no persigue a nadie, y que en otro segmento del mismo programa, reiterara que continuará sus demandas en contra de quienes ejercen lo que ella cataloga como “mal periodismo”. Qué contraste. Qué paradoja. Qué falta de concordancia.
Si Malavé decretó que el obispo de Campeche, José Francisco González González, “está en contra de los intereses del Estado”, ¿entonces el michoacano será el primer religioso en ser demandado por violencia política de género, difamación, daño moral, delitos de odio o lo primero que se le ocurra a la mandataria y a su grupúsculo de arrastrados asesores jurídicos?
Si, según Malavé, los monjes no son guías religiosos sino “líderes de sectas”, los creyentes “no son cristianos sino fascistas” y la presentación de una iniciativa ciudadana que defiende la libertad religiosa es en realidad un “golpe de Estado”, ¿entonces el siguiente paso será ordenar el cierre de templos, quemar imágenes de santos, perseguir a curas, pastores, presbíteros y predicadores para que dejen de alterar la estabilidad política de Campeche? Los exabruptos de Héctor Malavé manifiestan su distorsionada y desviada personalidad y su mentalidad arcaica y obsoleta.
El presidente del Congreso del Estado, el plurinominal diputado jarocho Alejandro Gómez Cazarín se sumó a la intolerancia contra los grupos religiosos, y calificó su presencia en la explanada del Palacio Legislativo, como “show y politiquería marrullera”, en tanto que la presidenta de la Mesa Directiva, la también morenista María Violeta Bolaños Rodríguez, decidió declarar a última hora la sesión como ‘de carácter reservada’, pese a que en la agenda no había ningún asunto que ameritara tal declaratoria, aunque con ello demostró rechazo y aversión a los representantes de los diversos credos. Más aún, violó la ley.
Algunos líderes religiosos, como el presidente del Consejo Ministerial, David Pech Tapia, han advertido de las consecuencias políticas de esa actitud gubernamental, y hablan con claridad de que en su momento pasarán la factura en las urnas, pues ninguna persona que profese alguna de esas denominaciones cristianas o de otro credo, se atreverá a votar a favor de quienes pretenden despojarlos de su derecho a la fe.
El asunto parece que irá subiendo de tono. Si al descontento popular contra su gobernadora ineficiente e incapaz, se le suma la molestia de los creyentes, por la negativa del Gobierno de Morena a dejarles profesar su fe, entonces la bomba política subirá de tonelaje y fenecerán los tiempos de la fracasada 4T en Campeche.
DEL AGANDALLE AL DIOS PROVEERÁ
El nivel de aprobación del presidente López Obrador no pasa ni de panzazo por el tamiz de la confianza de los campechanos, al obtener el 56.7%, lo que nos coloca en el lugar 20 de 32 entidades, y revela con claridad que la ausencia de trabajo de Layda Sansores San Román lo empujó al abismo, pues ella ocupa la posición 28, con aprobación del 42.6%.
Eso ha llevado al abultado cuerpo de asesores de la corcholata capitalina Claudia Sheinbaum Pardo, a aconsejarle que seleccione a sus amistades y cuide con quien se toma las “selfies del recuerdo”, que luego son subidas a las redes sociales.
Sansores San Román se ha alejado de quienes le dieron el voto, y eso la ha llevado al despeñadero. Su complicidad con el Primer Mandatario para echar atrás su promesa de traspasar la representación de Petróleos Mexicanos (Pemex) al Municipio del Carmen —ante un mudo y sumiso alcalde Pablo Gutiérrez Lazarus— le valió el repudio de los isleños.
Si eso no fue suficiente, su cabildeo con el director de la paraestatal, Octavio Romero Oropeza, para agandallarse la celebración en la ciudad capital del congreso petrolero, nuevamente con la muda complacencia del alcalde, le puso los clavos que le faltaban a su ataúd. Ambas situaciones fueron un fulminante golpe al hígado de los esforzados carmelitas.
¿Y todo para que? Fue evidente la pésima organización del congreso. Dejaron sin hospedaje a los miles de congresistas que arribarían y penosamente los enviarían a Mérida. Fue un ridículo tragicómico que no reunió las expectativas en ningún sentido. Fracasó.
Cierto es que los congresos atraen gente y derrama económica. Se estimó que el petrolero dejaría 200 millones de pesos en los bolsillos de los sectores hotelero, restaurantero y transportista, y pecó de ingenuidad, porque no llegó ni la mitad del número de visitantes que auguró.
A la falta de infraestructura turística de la ciudad capital se agregó la escasa coparticipación en la organización. El mal presagio de la improvisación vino con el reconocimiento de Layda: “como decía mi hermana, Dios proveerá. Entonces ahí van saliendo los cuartos. Pero ya estábamos que necesitamos 200 en Mérida, porque no completábamos”, expuso en su Martes del Jaguar.
Los organizadores lo tenían claro. Yo cobro por todo y tu dótame de infraestructura y servicios. Pero se olvidaron de detalles relevantes, como la invitación a la juventud, que en la llamada “esperanza de México” no tiene cabida. El inalcanzable costo de acceso para estudiantes de licenciatura fue de dos mil 900 pesos por día.
Se relegó a la prensa independiente, no tuvo acreditaciones y menos algún micrositio para reproducir conferencias y exposiciones. La sociedad campechana careció de información del suceso por la soberbia negativa oficial de permitir el acceso a los comunicadores.
Pocas fueron las actividades fuera de los muros del Congreso. La idea de que los visitantes se llevaran lindas y memorables historias que contar a su regreso a sus sitios de origen, no se cumplió. Los restauranteros se quejan de que no vendieron como les prometieron, pues en todos los eventos petroleros estaba incluida la comida. Sus economías no repuntaron.
Habiendo tenido un año para preparar mejores condiciones, la Administración de Layda Elena dejó todo para el final. El evento poco trascendió, dejó frustración y desencanto. ¿Dónde quedaron los 200 millones de derrama económica? Seguimos igual de jodidos que hace dos semanas.
EXPEDIENTE es elaborado con aportaciones de periodistas y colaboradores de TRIBUNA. Comentarios, opiniones, quejas, denuncias, elogios, ofensas, agradecimientos y sugerencias al correo electrónico: expedien75@hotmail.com
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