Mariano Espinosa Rafful
“Prefiero que todo el mundo esté en desacuerdo conmigo, que perder la armonía que tengo conmigo mismo”.
Sócrates.
Hacía algún tiempo, quizá en los inicios del mes anterior, no lo recuerdo bien, intercambiaba argumentos, no puntos de vista, porque esos son infinitos, con quien sí piensa en los lugares comunes, no en personas que se etiquetan o en los riesgos que se corren o caminan en la cotidianidad.
Hay desde siempre una marcada diferencia entre lo próspero y lo adverso, si la memoria no me falla, desde la vez primera que escuché el mensaje al desposarse dos dizque enamorados, en la salud y en la enfermedad, así de falso es el discurso intangible, en la sordera de quienes nunca les ha preocupado escuchar, menos aún procurado el bien del otro lado de un puente.
Registramos acontecimientos, hechos inevitables, irrefutables en el análisis de la maldad y la bondad, detestar es una palabra fuerte, creo que no va más allá de una línea muy delgada y a la vez profunda, como la existente con los vecinos de la Península, donde la unidad se nota, se vive, se palpa y además degustan del trabajo y sus beneficios.
Campeche se queda rezagado, nos quedan a deber los políticos de ocasión sin vocación, sin transparencia, en la opacidad de una vida superflua, lujos pagados con recursos públicos, en la medianía de la estatura para alcanzar mejores estándares de bienestar, abusando del calor que sofoca a sus habitantes quizá, o al imperativo de conformismo, como disfrutar de una siesta alargada por horas y no volver al desquite de un sueldo ínfimo por cierto.
Los ciudadanos no somos responsables todos de lo que sucede, pero sí corresponsables del silencio demencial al quedarnos callados. Las verdades históricas, silenciadas sólo por la muerte de sus protagonistas, pero contada en la lucidez de su existencia, nos marcan y demarcan esa línea entre el agua y un puente, entre dar discursos y sonrisas, hasta apapachos, y no brindarse por igual como con la capital del Estado.
La noche de anoche me quedé pensativo, por más de un par de horas no podía conciliar el sueño, compartí desde mi celular algún evento a realizarse en los días por venir, los nativos de la Isla, las amigas y los amigos, respondieron de manera casi inmediata, uno que otro san franciscano leyó y se hizo occiso; suele sucedernos.
Por ello tenemos que destacar que los carmelitas no podemos ni debemos creernos el paso siguiente, el anuncio espectacular, porque la afrenta no ha sido saldada, no se trata de intentar conciliar, ni negociar, lo más importante es el rezago histórico, la puerta cerrada, los despidos injustificados de todo tipo, y desafortunadamente, la compra de conciencias de unos cuantos, en puestos mediocres de todo tipo.
El conocimiento es fundamental cuando se lee, porque aprendemos a distinguir entre el color negro y el blanco, generosa región explotada por Pemex desde mediados de los años 70’s, donde la inmensa mayoría de los cargos en esa empresa han sido repartidos entre la clase política que domina el espectro, nativos contados, pero en los excesos de casi todo, mostrando su mezquindad.
Hay excepciones en Campeche, por supuesto, personas de bien que logran distinguir entre lo bueno y lo malo, entre quienes despiertan para alborotar y que las cosas permanezcan igual, como en los tiempos del cacicazgo, hasta quienes se esfuerzan por darle valor agregado a sus responsabilidades, con resultados distintos.
En esta primera parte de la visión de Campeche todo desde la Ciudad de México, donde puedo afirmar que no sobrevivimos, sino vivimos con armonía desde todos los ángulos posibles, cuando las oportunidades fluyen, sin cortapisas, sin mediar contraprestaciones, sin presiones de tiempo en un tiempo donde la muerte es una sombra que nos persigue a todos.
Vaya que charlar con una inteligencia del otro lado del celular, sin importar la distancia, disfrutamos de la inquietud, imaginando ese lugar donde abunda la ignorancia y minimizan lo que nos representa el lugar donde nacimos para muchos mortales aún.
Más historias
EN LAS TRIPAS DEL JAGUAR: 22 NOVIEMBRE 2024
Que vieja tan terca
CINISMO RAMPLÓN