Ricardo Homs (*)
No deben ser ni Xóchitl ni Claudia el eje de la decisión del electorado en el 2024, sino lo que cada una de ellas representa y cómo impactará su proyecto político en el futuro de México. Está muy claro el significado de lo que representa Claudia —porque ella lo ha dicho abiertamente—, y el Presidente lo reitera continuamente.
Claudia Sheinbaum no tiene más oferta política —hasta ahora—, mas que vender al electorado la continuidad del proyecto de transformación del Presidente. Por ello este Gobierno no se cansa de decir que todo va excelentemente bien, ignorando los datos reales respecto de las desapariciones de personas, así como del incremento de la violencia y de la inseguridad en carreteras, sólo por citar unos de los graves riesgos que hoy vivimos los mexicanos.
En contraste, Xóchitl representa la garantía de una alternancia partidista totalmente democrática en el 2030, si la sociedad mexicana desease en esa elección probar otra alternativa política o proyecto de nación. Por esto se vuelve indispensable convencer al electorado de que le gusten o no los modales de Xóchitl, el voto debe estar orientado a defender la democaracia. No es necesario amar a Xóchitl para convencerse de la necesidad de votar por ella.
Es sabido que López Obrador no está dispuesto a correr el riesgo de que su proyecto de transformación no continúe en los próximos sexenios.
¿Este Gobierno realizará en el 2024 una elección de Estado al estilo del viejo PRI? El proyecto transexenal del Presidente incluye hacer ganar a su candidata y apoderarse de la mayoría calificada en el Congreso para así modificar la Constitución y blindar su proyecto personal, para impedir la alternancia partidista.
Con un Poder Judicial controlado sus delfines se eternizarán en el Gobierno.
Debemos reconocer la falta de perspicacia de este sector de la sociedad mexicana que —siendo opositora de la 4T— no se cansa de decir que la campaña de Xóchitl se está desinflando, sin percibir que simplemente se está enganchando con la “campaña sucia” que sale del equipo de estrategia de Morena. De tanto hablar de las deficiencias de la campaña de ella, se empieza a generar un ánimo derrotista y una percepción pública de “fracaso” —lo cual hoy es injusto aceptar—, pues la contienda oficial aún ni empieza. Por ello, las elecciones del 2024 deberán estar motivadas por convicciones democráticas y no por decisiones emocionales sustentadas en la empatía entre candidato y electorado.
La opción que tendrá Xóchitl para ganar esta contienda electoral —que este Gobierno intentará manipular teniendo como instrumento los programas sociales— será a través de conectar con los arrepentidos que votaron por López Obrador para castigar al gobierno de Peña Nieto por su corrupción y hoy se sienten traicionados porque el cambio prometido no ha llegado. También ganar la confianza de los sectores lastimados por la indiferencia de este Gobierno frente a la creciente violencia, así como por su falta de solidaridad frente a los desastres naturales, por citar sólo dos factores.
Además, será imprescindible motivar a los jóvenes a salir a votar. Quienes vemos los peligros en el futuro, debemos convencer a la clase media —y principalmente a las mujeres de este sector— de que los modales de Xóchitl son circunstanciales pero la trascendencia de nuestro voto marcará el futuro de nuestro país. No se trata de una simple sustitución de presidente y de partido, sino de una decisión radical, que ni Claudia Sheinbaum ni el presidente López Obrador esconden… pretenden que la cuarta transformación retenga el poder absoluto indefinidamente, lo cual logrará si le dejamos cambiar la Constitución para cerrar los caminos a la alternancia y entonces perderemos todos los avances democráticos que paso a paso habíamos ido construyendo en estos últimos 30 años.
Tenemos hoy un país imperfecto e injusto —es cierto—, pero perfectible si conservamos el modelo de libertades que hasta hoy tenemos.
El reto es claro: en las elecciones del 2024 definiremos el modelo de país que heredaremos a las próximas generaciones.
¿A usted qué le parece?
@homsricardo
(*) Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación.
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