DESEAMOS TRANSPARENCIA. Deseamos que entre los deseos de Año Nuevo de Layda Sansores haya pedido dejar de ser opaca y que inicie rindiendo cuentas. A diferencia de ella, que se ha estado rascando el cabús esta temporada de fiestas, trabajamos estos días revisando nuestra hemeroteca, en la que curiosamente encontramos una carta suya en la que como senadora pedía transparencia al entonces gobernador Antonio González Curi.
Eso nos recordó que hace tres meses circuló una nota de una denuncia penal de la Auditoría Superior de la Federación por irregulares y presuntos desvíos por casi tres mil millones de pesos del ejercicio 2018, los cuales endilgaban a Alejandro Moreno Cárdenas, pero que en realidad implicaban a Carlos Miguel Aysa González, Armando Constantino Toledo Jamit y América Azar Pérez… ¿Dónde quedó esa bolita?
Porque el primero sigue tomando sol en República Dominicana, el segundo —que también está denunciado por sacar millones de pesos en efectivo de Palacio de Gobierno— despacha tranquilo en la Secretaría de Gobierno, y la tercera goza del manto protector de la Familia Feliz… todos vestidos de guinda y aplaudiendo en eventos de Morena. Pero ¿cuándo se acabará la corrupción?
TAMBIÉN HONESTIDAD. Ojalá también entre sus doce deseos de Año Nuevo, la gobernadora Layda Sansores haya pedido una pizca de honestidad y vergüenza para que comience a responder las siete denuncias que tiene pendientes de aclarar en la Fiscalía de la Ciudad de México por haber desaparecido más de 120 millones de pesos.
Hasta hoy no ha sido citada a declarar, y a pesar de que presume de honestidad y valores, tampoco se ha acercado a aclarar el asunto que deja por los suelos su ya maltrecha, corroída y arruinada reputación. Si la alcaldesa Lía Limón documentó a detalle su desvío de recursos —en el cual venían incluidos los contratos millonarios con los que benefició al sobrino artista frustrado que hizo de la droga su pasatiempo favorito—, ¿por qué la encubren?
Peor aún resulta que la Fiscalía capitalina insista en el no ejercicio de acción penal o mandar al archivo muerto las siete denuncias contra Layda Sansores. ¿No que con López Obrador se acabaría la corrupción? ¿Dónde quedó su sagrado mandamiento de no mentir, no robar y no traicionar? Iniciamos el año con más preguntas que respuestas, que ojalá aclare en su jaguar.
Y UN POCO DE VERGÜENZA. Si en verdad pidió esa pizca de honestidad y vergüenza, ojalá nos aclare también por qué insiste en catapultar a la Alcaldía capitalina a la narcopareja víctima del misterioso atentado por el cual está empecinada en inculpar al exalcalde Eliseo Fernández Montúfar, pese a que no hay pruebas que lo vinculen.
En vez de perder el tiempo repartiendo pinochos, que aclare cuál es el vínculo que tiene la “pareja ejemplar” con los delincuentes detenidos con armas de fuego en el retén militar de Hopelchén. La prueba indiscutible de que mantienen un nexo con ese grupo criminal la tiene en las fotos en que posan con esos delincuentes en un evento mocista y después en otro de Morena.
Es cuestionable la complicidad del fiscal Renato Sales, que al ver las fotos no citó a declarar a los “héroes del amor” que sonrientes posaban con los delincuentes armados detenidos por el Ejército, a los cuales también facilitó su liberación al no integrar bien sus carpetas de investigación. ¿Por qué se encubre tanto a la narcopareja? Los campechanos merecemos explicaciones convincentes.
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