Cuentan los ancianos que hubo una vez un reino gobernado por un rey con muy mal carácter, y que cuando alguien se le oponía, se enojaba a tal grado que ordenaba que su contraparte fuera cesado, expulsado de la corte e incluso fuera ejecutado.
Con la debida aclaración que no estamos hablando de la Tía Rata, aunque tenga las mismas características de aquel Rey Tirano, hemos de continuar la historia diciendo que un buen día llegaron a ese reino dos asesores foráneos que dijeron ser modistos de alta escuela.
Afecto y hasta necesitado de lisonjas baratas, aquél rey, muy parecido en características a la Tía Rata, fue convencido para que le diseñaran un traje especial elaborado con las mejores sedas, con hilo de oro e incrustaciones de piedras preciosas. Traje sólo digno de un rey, con el que pudiera desplazarse con su caballo por las calles principales del reino.
Le dijeron sin embargo que ese traje era tan, pero tan caro, porque tendría una característica especial, pues sólo sería visto por personas honestas, fieles, leales, patriotas y quizá un poco, pero sólo un poco lambisconas.
Al terminar de elaborar el ficticio traje, el rey se vistió con el supuesto vestido y montado en su caballo salió a cabalgar por las calles de la capital del reino ante el asombro de la gente que, sabiendo que si expresaban su punto de vista podrían ser ejecutados por los soldados del rey, no dijeron nada, y aplaudieron a rabiar al paso de su majestad.
Sin embargo, un grupo de niños a quienes les valía un cacahuate si los expulsaban del reino o los enviaban a la horca, gritaron a voz en cuello guiados por su honestidad e inocencia: “el rey va desnudo”, a lo que todos reaccionaron desconcertados y empezaron a murmurar in crescendo hasta que sus voces resonaron como un grito: “el rey va desnudo”… “el rey va desnudo”.
El rey pronto se dio cuenta del engaño y ordenó que aprehendieran y decapitaran a los dos sastres foráneos y bribones, pero éstos ya habían escapado con su botín a cuestas, por lo que al soberano no le quedó más remedio que asumir solo la vergüenza.
Cuentan los viejos sabios que esa historia del rey desnudo tiene mucha similitud con lo que actualmente se vive en el reino de la Culebra y la Garrapata, donde hay una gobernante engañada por los bribones foráneos y por su sobrino el Tarado sin Cerebro que la exhiben en su total desnudez moral, en su ignorancia, soberbia, estupidez y hasta locuras, y todo aquél que no ose aplaudirla pierde el empleo, es expulsado del reino, o se le pone a disposición de los sicarios.
Así la triste realidad de la Tía Rata, dicen con pesar los viejos sabios del reino.
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