La falta de resultados en acciones de Gobierno, la pérdida de popularidad, su caída cada vez más estrepitosa en las evaluaciones ciudadanas respecto a su desempeño y el creciente repudio popular por su autoritarismo, soberbia y corrupción, mantienen prendidos los focos de alerta sobre el presente y el futuro político de doña Jaguara.
No hay entre sus sesudos y carísimos asesores alguien que le presente propuestas serias para modificar la percepción ciudadana sobre la figura de su gobernante.
A falta de obras relevantes financiadas con recursos estatales, a doña Corrupta no le ha quedado más que seguir presumiendo las acciones del Gobierno Federal. Se toma la foto para anunciar la compra de equipos médicos multimillonarios como si fuera resultado de su gestión, o de la inversión de recursos propios, cuando claramente se sabe que son parte del gasto federal para el sector salud.
¿Qué ha hecho la Tía Corrupta para eficientar los servicios en los centros de salud de las comunidades rurales? No hay ni médicos ni medicinas y en muchísimos casos, los inmuebles están en condiciones deplorables o a punto de caerse.
El sector educativo sigue en el abandono. Doña Jaguara prefiere el derroche en frivolidades —rentar jets de a 500 mil pesos cada semana para irse de viaje, por ejemplo— en lugar de integrar un fondo financiero para subsanar el sueldo de vigilantes nocturnos que frenen la ola de asaltos a las escuelas públicas.
Vaya, no hay dinero ni siquiera para saldar los sueldos y aguinaldos de los jubilados de la Unacar, que llevan más de un año sin recursos para la subsistencia de sus familias. Prefiere doña Haragana rifar motocicletas en eventos populistas, para ver si rescata algo de cierto respaldo ciudadano que alguna vez tuvo.
Esta Administración “de izquierda” canceló programas sociales para los estudiantes de nivel básico de las escuelas públicas. Ya no hay entrega universal —es decir para todos— de útiles escolares, mochilas, tenis, uniformes y zapatos. Se entrega un paquete para un grupo selecto de niños —de familias morenistas preferentemente—, pero para tener acceso a ese beneficio los papás casi tienen que afiliarse al partido guinda. Es decir, politizan los programas sociales.
Prefiere la gobernante traer conciertos del Buky o de los Ángeles Azules, o de la Sonora Dinamita o algunos otros artistas en que se derrochan varios cientos de millones de pesos, para colgarse de su popularidad y cosechar algunos aplausos rentados.
Y además, claro, su familia se lleva su buena mochada, por el contrato, traslado, renta de equipos y demás entretelones de ese tipo de eventos. Un negociazo político sin duda alguna.
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