Todos los discursos que lanzó la senecta de Palacio en contra de los legisladores que controlaron en su momento las cámara de Diputados y Senadores —sirvientes, sumisos, serviles, arrastrados, vendepatrias, etcétera— le caen como ‘anillo al dedo’ a los diputados de la LXIV Legislatura de filiación morenista, porque empeñaron su dignidad a cambio de unos cuantos pesos de más.
A ellos, a los diputados morenistas también les encaja a la perfección cada una de las mentadas de madre que profirió la hoy mandataria en su contra, por haber traicionado al pueblo y haberse puesto al servicio del Poder.
Una vergüenza la labor legislativa del Estado de Campeche. Conducido en una primera etapa por un personaje de indefinición existencial, pues hasta el último día de su vida, no supo definir si era diputado-legislador, o cantante de rock. Tuvo una conducción desastrosa de la bancada guinda que trajo como consecuencia su defenestración, y después su muerte.
La imposición de Antonio Jiménez Gutiérrez como presidente de la Comisión de Administración y líder de la bancada mayoritaria no compuso las cosas. Al contrario, las empeoró, porque si con su antecesor hubo cierto pudor en disimular su entreguismo, con el actual pastor legislativo, la vergüenza y el rubor se convirtieron en valor agregado que vendieron a alto costo a la gobernadora.
Hay en la agenda legislativa varios temas que debieron ser atendidos desde hace tiempo, pero que los legisladores morenistas han decidido mantener bajo hermético resguardo, como el de la revocación de mandato. No lo van a sacar en esta Legislatura sino que se lo endilgarán a los diputados que los sustituyan, y que, seguramente será de mayoría opositora, es decir, no morenista, porque el pueblo les va cobrar caro su traición.
Algunos de ellos, incluido el propio Antonio Jiménez Gutiérrez en el Quinto Distrito, van a regresar a pedir el voto a la ciudadanía. Y será la hora entonces de encararlos, de reclamarles su mal proceder y de obligarlos a comprometerse con el pueblo, y no con la gobernanta que también se ha ganado a pulso todo ese repudio popular que se percibe en todos los sectores de la sociedad campechana.
Un Gobierno corrupto corrompe todo lo que toca y eso aconteció con el Poder Legislativo, en donde no sólo sometieron a los diputados morenistas, sino a tres panistas, otros tantos exmocistas y varios expriístas que, a cambio de una muy buena remuneración, traicionaron sus siglas, y alquilaron sus votos para que el Congreso pueda resolver los temas que le interesan a la gobernadora.
Los temas que le interesan al pueblo seguirán durmiendo el sueño de los justos. Hasta que llegue un Poder Legislativo realmente independiente, que le arrebate el control total a Morena.
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