¿Asistirá la Tía Rata al bailongo masivo-popular por el Día de las Madres? ¿O continuará escondiéndose de la gente que en cualquier parte que la ve le grita “fuera rata”, “fuera rata”?
Entre los asistentes a las charlas vespertinas de los discípulos de don Julián, las apuestas estaban en todo su apogeo. Esta vez no eran para saber si perdía el Canelo, o si otra vez eliminaban a las Chivas del torneo de fútbol. Tampoco era para anticipar si los Piratas saldrían alguna vez del último lugar de la tabla de posiciones de su grupo.
No. Los contertulios de don Julián, a los que se habían sumado varios curiosos que acudieron esa tarde al Parque Principal, otros amigos que se interesaron en el tema, y hasta uno que otro policía que por esas horas realizaba su rondín por el Parque, no hacían apuestas por algún deporte, y tampoco para adivinar qué partido político ganará las elecciones.
La apuesta es más que sencilla: es optar por el SI o por el NO en la pregunta del millón: ¿Irá o no la gobernanta al baile masivo-popular con motivo del Día de las Madres que amenizaría el internacional grupo de los Ángeles Azules?
La bolsa que se había juntado para darle más interés a la apuesta era ya de una cantidad respetuosa, pero desafortunadamente no había competencia. Es decir, todos depositaban sus centavos a la opción del “NO” y nadie, absolutamente nadie, se atrevía a votar por el “SÍ”.
Las razones eran más que obvias. Pues si bien es cierto que la hija del Sátrapa Negro, acostumbraba organizar eventos masivos con artistas de renombre, como estrategia populista para ganar simpatía entre la gente, también es verdad que desde hace más de dos meses, la simpatiquísima gobernanta no había dado la cara en ningún evento público.
Es cierto, fue a la playa a saludar a un grupo de empleados estatales, se tomó algunas selfies con pasajeros a modo del Tren Maya o acude a jugar lotería con funcionarios de Gobierno un día a la semana, pero la Tía Rata le tiene pánico creciente a ciudadanos agrupados en algún punto de la ciudad. Ya está harta de escuchar “Fuera rata”, “fuera rata”.
Si no acudió a la inauguración de la temporada de béisbol, pese a que todos los boletos fueron adquiridos y regalados a los empleados del Gobierno, menos va asistir a un estadio repleto de gente que la odia y que seguramente aprovecharía el momento para exigirle otra vez que se largue junto con su jefa de la policía.
Sin embargo todo se puede esperar. Incluso que llene el estadio con acarreados previamente pagados para que le echen porras o que sobornen a los que acudan por su cuenta, para que no la ofendan. Usted amable lector ¿por cuál opción votaría?
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