Este 26 de septiembre se conmemora el décimo aniversario de la desaparición de los 43 jóvenes de Ayotzinapa, un caso que ha marcado a México y que sigue sin tener justicia. En un intento por justificar su falta de resultados, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) emitió declaraciones que, más que ofrecer esperanza, evidencian su incumplimiento de promesas.
“Expresar mi sentir, mi tristeza y manifestar mi solidaridad con las madres y los padres de los jóvenes de Ayotzinapa”, dijo AMLO, mientras la comunidad continúa exigiendo respuestas concretas y justicia. A pesar de su empatía verbal, sus acciones han demostrado que su administración ha sido incapaz de avanzar significativamente en la investigación.
El presidente optó por deslindar responsabilidades al afirmar que Claudia Sheinbaum, “la próxima presidenta”, dará continuidad a la investigación, como si el legado de impunidad no fuera parte de su propio gobierno. “No hay impunidad para nadie”, proclamó, pero sus palabras se ven vacías ante la inacción y la falta de resultados tangibles en el caso.
La admisión de que “se complicaron las cosas” y que la verdad “está enredada por intereses” refleja una preocupante falta de compromiso. Las familias de los desaparecidos merecen más que palabras de consuelo; merecen acciones contundentes que respalden sus derechos y la búsqueda de justicia.
Mientras AMLO continúa con su discurso de buenas intenciones, la realidad es que las promesas de justicia han quedado en el aire, dejando a las familias atrapadas en un ciclo de dolor y desesperanza.
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