Tribuna Campeche

Diario Independiente

BORREGOS REPROBADOS

¿Podrá disertar alguno de esos diputados sobre el tema de la división de poderes? ¿Sobre la autonomía del Poder Legislativo? ¿Sobre la democracia participativa? ¿Sobre la apertura a iniciativas ciudadanas?

Tiene razón el rector de la Universidad Autónoma de Campeche, José Alberto Abud Flores, al negarle el acceso a los diputados de la bancada oficialista, para que implementen en el campus su programa “El Congreso a tu escuela”, e intentaran, como anunció el pastor legislativo, José Antonio Jiménez Gutiérrez, inculcarles una “revolución de sus conciencias”.

Y está bien, no porque el rector Abud haya ejercido con tino su rectorado, el cual todos coinciden que está a punto de concluir, sino porque los actuales diputados morenistas, empezando por su coordinador, Antonio Jiménez Gutiérrez, y continuando con sus aliados del PT, PVEM, el PAN y el PRI, tienen muy poco qué enseñarle a los estudiantes, fuera de sus pactos secretos, su rastrerismo, lambisconería y entreguismo para con el poder en turno.

El diputado Jiménez Gutiérrez no tiene grado académico alguno para promover una “revolución de las conciencias”, porque, de entrada, él vendió la suya, la alquiló, la sometió, la prostituyó, para ponerla al servicio del Gobierno en turno. Y de eso no se tratan las revoluciones.

¿Podrá disertar alguno de esos diputados —que ahora se sienten ofendidos porque no les permiten convertir las aulas universitarias en explanadas para discursos morenistas— sobre el tema de la división de poderes? ¿Sobre la autonomía del Poder Legislativo? ¿Sobre la democracia participativa? ¿Sobre la apertura a iniciativas ciudadanas?

Que se sepa, fueron el arrastrado diputado Jiménez Gutiérrez, y su séquito de lamebotas, los que le negaron a los campechanos su derecho a poner y quitar autoridades. Nos despojaron de la posibilidad de que, a través de la Ley de Revocación de Mandato, pudiéramos darle las gracias a la nefasta y perversa gobernadora Layda Sansores, por su ineptitud, ineficiencia, negligencia, corrupción y arbitrariedades consuetudinarias.

También nos traicionaron al legalizar la intromisión de más foráneos en los espacios del Gobierno, y que tanto el fiscal general, como los jueces y magistrados, ya no tengan que cumplir con el requisito de residencia mínima, para ocupar esos cargos, con lo que desplazarán a muchos de nuestros coterráneos, igual o mejor capacitados para esos puestos. Y acaso, ¿le consultaron al pueblo la viabilidad de esas enmiendas constitucionales? Jamás.

En este contexto, los universitarios no se perderán de nada, si su máxima autoridad le niega la entrada a esa bola de borregos arrastrados y reprobados, que sólo acatan los designios del Gobierno en turno, así traicionen con ello sus compromisos de campaña, y peor aún, sus principios de vida y su ideología. 

Antonio Jiménez y sus borreguitos deberían pedirle perdón al pueblo por haberlo traicionado, en lugar de exigir más espacios para que ostenten, presuman y se vanaglorien de su cinismo y desvergüenza.

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