Violó Marcela Muñoz una ley federal, al teñir de guinda su uniforme oficial y presumirlo en las redes sociales, lo que amerita sanción ejemplar y contundente…
La página digital “Estamos Unidos Campechanos” que se alimenta con información que proporcionan expolicías que se rebelaron contra su jefa Marcela Muñoz, elementos que siguen en servicio y tienen información privilegiada que comparten con el público, y ciudadanos comunes y corrientes, le ha puesto otro coscorrón a la inepta, corrupta y negligente secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana.
En su afán por quedar bien con su jefa, la senecta, corrupta y cínica gobernadora Layda Elena Sansores San Román, a la jefa de la Policía se le ocurrió que podía ponerle el color oficial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a los uniformes oficiales, por lo que subió a sus redes sociales fotografías donde presume su “miércoles guinda”, es decir, el día de la semana en que todos los servidores públicos estatales deben portar vestimenta con ese color.
Independientemente de que esa arbitraria decisión —vestir a todos de guinda— huele a un podrido corporativismo trasnochado y es una secuela de las corrientes ideológicas afines al absolutismo y al fascismo, la avejentada guanajuatense debe entender que los colores autorizados de los uniformes oficiales se rigen bajo la Ley General de Seguridad Pública, que establece en alguno de sus artículos que deben ser exclusivamente en azul, negro o blanco.
No guindas, ni grises, ni caquis, ni algún otro color que se confunda con las Fuerzas Armadas o que se identifiquen con los partidos políticos, porque se supone que los servidores públicos deben adoptar una actitud apartidista y servir a todos por igual.
Nadie ignora que desde siempre, los gobiernos, sean estatales, federales o municipales, han uniformado a sus trabajadores, con los colores propios de su partido. Los de Morena entregaron uniformes deportivos y escolares a alumnos de educación básica con el color propio de Morena. Los de MOCI hacen lo propio con sus empleados municipales a quienes tiñen de naranja. El PAN vistió de azul a sus burócratas, y el PRI variaba entre el rojo y el verde.
Si Morena llegó al poder con la promesa de acabar esas viejas prácticas, no sorprende que haya mantenido esta, de obligar a sus empleados a teñir sus uniformes, los edificios y espacios públicos y hasta sus documentos oficiales, con el color morenista. No sorprende, porque son mentirosos, farsantes e hipócritas.
Pero Marcela no tiene ningún derecho a modificar los uniformes oficiales, que se regulan bajo una ley federal. Y como lo hizo, debe atenerse a las consecuencias, porque incurre en una falta que amerita sanción. Así sea la funcionaria preferida de la anciana gobernadora Layda Sansores.
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