Sin agua el tinaco

El Carnaval es para divertirse, para disfrutar y si bien es cierto que mucha gente aprovecha estos días para disfrazarse, como el caso de la Tía Rata, hay otros más que lo aprovechan para salir del clóset…

El rostro del poeta Casimiro al llegar a la tertulia cotidiana de sus amigos en el Parque Principal no denotaba con claridad su estado de ánimo. Era una mezcla entre sorna, burla, decepción, tristeza o lástima a tal grado que el centenario e intrigante misterio de la Gioconda o Mosa Lisa era una simple caricatura al lado suyo.

—“¿Dormiste del lado chueco de tu hamaca? ¿O es que acaso te cortó tu chamaca? ¿Qué pesar agobia tu alma poética?, le interrogó don Memín, mientras el santanero escribidor de versos revisaba incansablemente la pantalla de su celular.

—“Miren ustedes —mostró a sus contertulios una serie de fotografías— si estas imágenes no les causa agobio, decepción, risa o llanto. Por más que las reviso y las analizo, no entiendo cómo es que mi adorada Tía Rata se sigue prestando a este tipo de ridículos que sólo la evidencian en esa etapa de senilidad a la que todos habremos de llegar algún día”.

Sus compañeros procedieron entonces a contemplar las fotos. Don Memín estalló en tales carcajadas que hasta se quejó de que le dolía su abultada panza. Doña Chela se santiguó de manera incansable ante lo profano de las imágenes, y don Julián solamente se alació el cabello con la mano izquierda mientras que con la derecha se escurría del rostro un sudor inexistente.

—Dicen los comentarios en las redes y dicen muy bien, señaló el anciano charlista, que a mi nunca bien ponderada Ruca Gacha ya no le sube el agua al tinaco, ya no le funciona el motor de arranque, ya le patina el coco, para acabar pronto, y por eso no percibe la ridiculez que transmite al exhibirse o ser exhibida de esa forma. Esta en particular, donde aparece rodeada de su corte de aduladoras con pelucas blancas, onerosas vestimentas y frivolidad rampante, mientras que ella con su pelambre guinda aparenta disfrutar de los halagos y las lisonjas de sus cortesanas. Vaya que la dibuja nítidamente”, expresó el senecto.

—“Yo la veo vestida de payasa —le aclaró de inmediato doña Chela— y en lugar de cortesanas yo la veo rodeada de gente a las que ya tampoco les funciona la chaveta, las otras fotos no le hacen gracia y al contrario, la presentan de una manera grotesca, que lo único que me provocan es un sentimiento de lástima porque la llevan y traen de un lado a otro sin que aparentemente ella se dé cuenta de que sólo la exhiben para mal”.

—“No sean tan amargados, recomendó don Memín, recuerden que el Carnaval es para divertirse, para disfrutar y si bien es cierto que mucha gente aprovecha estos días para disfrazarse, como el caso de la Tía Rata, hay otros más que lo utilizan para salir del clóset, mientras que otras personas sólo usan disfraces para mostrar lo que son en realidad, y eso pasa con nuestra querida gobernanta, la disfrazan de lo que ya es, y yo lo que veo es que parece que la tienen en un manicomio…”, concluyó.