Tribuna Campeche

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EXPEDIENTE | EN LA UAC, DIÁLOGO DE SORDOS

En la Universidad Autónoma de Campeche se replica, en miniatura, el desbarajuste económico, administrativo, financiero y político que prevalece en la Administración Estatal que encabeza Layda Elena Sansores San Román.

El rector José Alberto Abud Flores ha demostrado total incapacidad desde el primer día en que asumió el cargo. La lista de su personal de confianza que cobra jugosos emolumentos y toma decisiones por él, confirma la incongruencia del Gobierno laydista que denuncia que todos los gobiernos anteriores fueron corruptos y ladrones.

Irónicamente, los principales colaboradores de Abud tuvieron cargos prominentes en pasadas administraciones, como su brazo derecho, Álvaro “El Rábano” Abreu Bolio, exsecretario particular de Jorge Salomón Azar García.

Al igual que Layda, el rector Abud Flores no dialoga, no escucha, no razona y se la pasa fuera de Campeche. Se va toda la semana a la Ciudad de México a cumplir sus compromisos en la UNAM, que realmente le interesan, y deja que aquí sus subalternos tomen las decisiones.

Testimonios de docentes universitarios y de estudiantes coinciden en que la infraestructura de la UAC, salones de clases, laboratorios, etcétera, se encuentran en deplorables condiciones. Persiste una exagerada ‘austeridad’ que no coincide con los progresos económicos y los lujos de los colaboradores más cercanos del rector.

En su cuenta de Facebook, el usuario Román Castillo escribió: “Un rector que, aunque se vista de blanco será el personaje más gris en la historia universitaria. El rector Abud al parecer en su vejez perdió la memoria de lo sucedido a finales de los 80´s, arrogante y sintiéndose un ser superior los dos únicos conflictos en su historia él los provocó. Nunca está en su oficina, sigue dando clases en la UNAM, se la pasa viajando”.

Su intolerancia al diálogo y a la libre participación de estudiantes y maestros en la toma de decisiones para el mejor desarrollo de la Universidad, llevó al rector a propiciar la desaparición de la Federación Estudiantil de la Universidad (Fesauac), con lo que silenció la voz de los alumnos y los dejó a la deriva para la solución de los problemas inherentes al ciclo escolar y los maestros.

Los líderes de los dos sindicatos que promovieron ante las autoridades laborales el estallamiento de la huelga, al igual que sucedió con los líderes policiales, ya son descalificados en redes sociales por los reporteros a sueldo del Gobierno. Y puede ser que no sean blancas palomas, pero eso no exonera a la autoridad universitaria de su responsabilidad.

Vale la pena preguntar al gris rector que viste de blanco, ¿llegó a la UAC a imprimir su sello personal o el de la gobernadora Sansores? Porque a juzgar por lo que se observa, parece una calca de ella: sordo, soberbio, autoritario y corrupto. ¿No le da vergüenza?

Es imperativo recordarle al rector que él es culpable de que más de 12 mil estudiantes enfrenten complicaciones en este último tramo del año escolar, porque el tiempo perdido no se puede recuperar. Que decida si se queda a trabajar en la UNAM o se viene a ocupar de la UAC. A una de las dos debe renunciar. ¿O habrá que exigírselo?

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