Carlos M. Urzúa
Hace unos días el Coneval, el organismo que mide de manera oficial la pobreza en México, emitió su dictamen referente al año 2022. Sus dos informes anteriores correspondieron al 2020, un año anómalo por la pandemia, y al 2018, un año interesante para comparar pues corresponde al último del sexenio peñista.
Tanto los mexicanos que están a favor del Gobierno (no pocos) como los que están en su contra (no pocos) encontrarán en el informe del Coneval datos que convalidan sus creencias. Para empezar, los que tienen simpatías por el régimen seguramente destacarán que la población en situación de pobreza pasó de 41.9 por ciento en 2018 a 36.3 por ciento en 2022 (5.6 por ciento de reducción). Para continuar, los que no comulgan con el actual régimen señalarán que el porcentaje de los mexicanos sin acceso a los servicios de salud más básicos pasaron de 16.2 por ciento en 2018 a 39.1 por ciento en 2022 (22.9 por ciento de incremento).
¿Cómo explicar los dos fenómenos anteriores? El segundo es muy fácil. Debido a esa reiterada incompetencia que es el sello de la casa, el sistema de salud pública que existía antes fue desmantelado sin proponer nada viable a cambio.
El fenómeno más interesante para explicar es, sin embargo, el primero. ¿Qué explica que se haya reducido la pobreza entre 2018 y el 2022 cuando la economía básicamente no creció en ese lapso de cuatro años? Tres factores, creemos, explican lo anterior.
El primer hecho a recordarse es que los salarios mínimos sí crecieron en ese lapso. De hallarse injustamente deprimidos en 2018, una de las muy pocas decisiones acertadas del actual régimen fue incrementarlos de manera significativa.
El segundo de esos factores no va de la mano de las políticas actuales. Al contrario, esa variable ha cobrado cada día una mayor relevancia precisamente debido a los errores del actual Gobierno. Hablamos de las remesas que son enviadas por nuestros compatriotas desde el extranjero. Éstas, debido al estancamiento de la economía mexicana en los últimos años, han crecido de manera extraordinaria. Aunque en el 2018 nuestros compatriotas ya habían enviado a México más de 33 mil millones de dólares, en el 2022 la cifra había crecido aún más: 58 mil 400 millones de dólares. Y el tipo de cambio rondaba entonces los 20 pesos por dólar.
El tercer factor que explica esa reducción de la pobreza es el más obvio. Sucede que el actual Gobierno Federal ha duplicado las transferencias directas que los gobiernos anteriores daban a la población. Mayormente, como si no conociéramos al Presidente, por razones electorales.
Haya sido por lo que haya sido, el hecho es que debido a las pensiones para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, el programa rural Sembrando Vida y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, no pocos integrantes de los hogares menos favorecidos vieron incrementados sus ingresos monetarios de la noche a la mañana.
Pero, vale la pena precisar antes de concluir, esas transferencias no fueron bien dirigidas. La palabra focalización le pone los pelos de punta a los cuatroteístas. Como consecuencia, si en el año 2018 alrededor de 8.7 millones de mexicanos vivían en pobreza extrema, en el año 2022 ese número se había incrementado a 9.1 millones. Quién les manda a los más desprotegidos no votar en las elecciones.
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