Decrecimiento de la economía estatal y falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos, la denuncia de la Coparmex, a lo que se suman robos, atracos, secuestros, ejecuciones, corrupción…
Inseguridad, falta de empleos, desplome de la economía estatal, opacidad en el manejo de los recursos públicos, cero diálogo con los sectores productivos, nula atracción de inversiones y alarmante corrupción y nepotismo en el Gobierno de Todos los Sansores, caracterizan al Campeche que se acerca al fin de este 2024 y que avizora un panorama nada halagador para 2025.
Literalmente llevamos tres años perdidos con el fallido Gobierno de Layda Elena Sansores San Román, y no se ve para cuándo empiece a corregir las cosas, o al menos meter el orden en su equipo, mayormente de foráneos, que no sólo no han dado muestras de su capacidad y eficiencia, sino que cada vez son más cínicos para hacer ostentación de su impunidad y corrupción.
Esta vez es el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), el empresario Alejandro Risueño Rivas, el que suelta de su ronco pecho el análisis crudo, real e innegable de que “Campeche enfrenta una situación nada favorable, con la caída del 65 por ciento en su crecimiento económico o de decrecimiento, según los últimos datos”.
Y abunda: “También falta transparencia en el manejo del Fideicomiso del Dos por Ciento Sobre Nóminas, que ahora es del tres porcentual, pero no le han cambiado el nombre, ya que la participación empresarial en la gestión de este recurso es limitada, minoritaria, y no se tiene acceso suficiente a información sobre saldos, usos y destino de los fondos”.
Decrecimiento de la economía estatal y opacidad o falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos. Algo que desde este y otros espacios periodísticos de TRIBUNA hemos venido planteando desde hace tres años, que han respaldado también los seguidores de nuestras páginas y que se percibe de viva voz en la vía pública, en los cafés, en el mercado, en el microbús, en las bancas de los parques. Este Gobierno ha fracasado rotundamente.
Pero no se trata de hacer fiesta por eso, sino de insistir en la necesidad de que quienes están al frente de los destinos del Estado reorienten el rumbo del barco. O que al menos tomen el timón, porque navegamos a la deriva, y nos dirigimos hacia un peligroso acantilado.
El fracaso en la seguridad se escucha todas las noches en las “detonaciones” o balaceras que ocurren en barrios, colonias y unidades habitacionales de esta capital, de Ciudad del Carmen y de las principales cabeceras municipales. Hay constantes ejecuciones, y los asaltos y las extorsiones están a la orden del día. Así que no hay nada qué aplaudir ni qué festejar, porque aún nos esperan casi tres años más de esta ineptitud gubernamental.
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