César Cuauhtémoc Sánchez Cabrera pasará de la barandilla de acusador de los adversarios de Sansores San Román, a juzgador que sentenciará a su favor, los juicios que él mismo había estado promoviendo…
Tal y como se había previsto, la mayoría morenista y sus aliados del PT y del Partido Verde en el Congreso del Estado, aprobaron la designación del chilango César Cuauhtémoc Sánchez Cabrera, como nuevo magistrado numerario del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
De nada valieron las argumentaciones de los diputados de Movimiento Ciudadano y del PRI —los dos del PAN están en el limbo— para que tal designación fuera reconsiderada. Obedientes, serviles, sumisos y arrastrados, los diputados morenistas, petistas y verdes traicionaron una vez más al pueblo campechano, para reverenciarse ante otro foráneo que vino a desplazar a uno de los nuestros.
No hay argumentación que valga. Pierden su tiempo los diputados traidores intentando justificar el porqué de su actitud. Por encima del chilango César Cuauhtémoc Sánchez Cabrera había cientos de abogados campechanos con mayor capacidad, mejor preparación, probada eficiencia y avalados masivamente por sus colegas, para ocupar esa magistratura que fue mancillada al entregársela a quien simplemente no la marece.
No amerita tal designación no solamente por su procedencia chilanga, que eso ya de por sí debería ser causal de veto, puesto que en Campeche hay muchos mejores abogados, sino por su origen de servilismo. Toda su trayectoria profesional ha transcurrido al lado de la farsante gobernadora Layda Sansores, y hasta la semana pasada era su apoderado legal para sus litigios con todos los que se ha enfrentado.
Es decir, Sánchez Cabrera pasará de la barandilla de acusador de los adversarios de la farsante Sansores San Román, para colocarse la toga y el birrete y sentenciar a su favor, los juicios y recursos que él mismo había estado promoviendo. Estamos pues, ante una materialización de aquella máxima que dibuja a la perfección la injusticia, esa que te da el poder de ser juez y parte.
Los diputados de Morena, Verde y el PT deberían esconder su cara de vergüenza por haber traicionado una vez más los intereses de los campechanos. Se les debería prohibir de aquí en adelante ostentarse como “representantes del pueblo” y asumir el rol que ellos mismos se impusieron como sirvientes de la gobernadora Layda Sansores; como sumisos obedientes a los caprichos de la anciana mandataria, como lacayos del poder en turno.
Y así como los morenistas impulsaron la campaña para colocar los rostros de los legisladores federales que votaron contra la reforma eléctrica, de la misma forma deberían colocar las fotografías esa bola de traidores en todas las plazas públicas, para que todo el pueblo los reconozca y les den el trato que se merecen.
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