Tribuna Campeche

Diario Independiente

No ha querido ser Presidente: Mentira y delirio del líder

Enrique Márquez (*)

“El error de quienes perciben la decadencia es querer combatirla, mientras que lo que haría falta es fomentarla: al desarrollarse se agota y permite el acceso de otras formas. El verdadero precursor no es quien propone un sistema cuando nadie lo quiere, sino más bien quien precipita el caos y es su agente y turiferario. Es una vulgaridad trompetear dogmas en plena época extenuada, en la que todo sueño de futuro parece delirio o impostura” (E.M. Cioran, Breviario de podredumbre).


¿Qué es lo que define a nuestro país que “ya no es como antes” ¿Vivimos un momento de transformación histórica o estamos en el momento terminal de una decadencia que no obstante las oportunidades de cambio de las últimas décadas, se precipitó, acelerándose, en los últimos años? Porque cuando se ha anunciado entre nosotros (1988, 2000, 2018) con trompetas y júbilo, la llegada del gran viraje las cenizas “de lo de antes” revelaron más que encendidas.


Por fuera de las camorras electorales, valdría la pena tener en cuenta que México vive hoy en medio de la extrema tensión entre una idea de cambio desbordadamente propagandística y los procesos inacabados de una compleja e incontenible descomposición política que tuvo su inicio hace tres décadas durante el sexenio de la modernización pervertida para agudizarse y precipitarse en la actualidad, pasando por el fracaso del intento democrático del año 2000 y el regreso del PRI en 2012.


Porque la división extrema y grave de las élites del poder y de la sociedad, junto con la consolidación la cultura del arma de fuego y del crimen como factores de desintegración, han venido siendo los dos males que el país arrastrará todavía durante largo tiempo pues no hay elementos para pensar que el 2024 podría incidir en ellos favorablemente.


El mapa de México, el de la figura de la cornucopia plena de riquezas y recursos naturales que nos identificaba como nación, se ha alterado, cada vez más violentamente, por el Estado mafioso que vino configurándose desde el momento que México vivía en pleno una modernización que terminó a balazos, y, después, el arribo de la democracia adulterada de Vicente Fox que en el año 2000 llegaría a Los Pinos para permanecer afuera y crear las condiciones para la rehabilitación priísta.


En efecto, “es una vulgaridad trompetear dogmas en plena época extenuada, en la que todo sueño de futuro parece delirio o impostura”.


Porque, afectados por los grandes problemas nacionales, vivimos en el temor, la confusión creciente y el explicable desánimo, y nadie debiera venir como si nada con sus trompetas que suplantan la tarea de gobierno.


Porque no es una voluntad autócrata la que decide cuándo y cómo abrir los torrentes, dificultades y acuerdos de la transformación.


Después de las tormentas por venir de aquí al 2024, tal vez comiencen a aparecer los verdaderos precursores. Porque al mentir o dar la espalda a la historia, el Presidente estaría, está, fomentando el caos que quizá en otro tiempo justificó su lucha.


Si esta historia no concluye de modo muy lamentable, tal vez él quedará como un verdadero precursor.
(*) Poeta e historiador.

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