Mariano Espinosa Rafful
“Lo invisible, la conciencia, organiza todo lo visible en beneficio de la persona”.
José Vasconcelos
En los amaneceres de los días nuevos, vaya que nos cuestionamos una serie de temas, factores externos, internos, algarabías, discusiones, protestas, violencia, pendientes educativos y en salud pública, avances y retrocesos, calamidades y excesos, recuentos y simulaciones; pero sobre todo preguntas sin respuestas.
Deseo compartirles ahora reflexiones necesarias, para tener con la absoluta seriedad, después de pensarnos ese asunto lastimoso, en la vida de la Universidad Autónoma del Carmen (Unacar), más allá de la escapatoria de una rectora en diminutivo, que está demasiado lejos de ser solución, una idea de los daños que están infringiendo desde su llegada forzosa, no pensada, no calculada y muy costosa.
Hay una serie de irregularidades que se pasan por alto, violentaron no sólo esa autonomía universitaria que dejaron de defender, los de adentro y los quejosos, mujeres y hombres que sí dedicaron, sin robarse un sólo peso, ni desviar presupuestos públicos, con salarios reducidos, construyeron la grandeza que hoy se cae a pedazos en la Unacar.
Jubilados se dicen, gritan, alborotan, cierran avenidas, pero hoy no cuentan con el apoyo de los diputados locales, esquiroles de un poder dictatorial, con un estruendo de quien se revuelca en los escenarios con un rock que insulta nuestras inteligencias, enfermo o no, los carmelitas no tenemos culpa de ambiciones palaciegas, ni pagos de facturas a cambio de mudez.
Más de ocho meses sin recibir pagos que les corresponden, un fideicomiso que se fueron comiendo, y que hubo con ello, al mismo tiempo gritos, suplicas, más de cuatro oficios, solicitud de reuniones con la autoridad estatal, y más dedo sin atole, de ese Campeche que hoy no sabemos donde están los más de 40 mil millones de pesos, en dos años de un ejercicio opaco, nada transparente, de un desgobierno que llegó a sumir a nuestro Estado en la desesperanza y la ruina.
Hoy no es que se hizo mal, ya les he comentado que pocas veces un tema, me deja sabores amargos en días consecutivos, por las publicaciones de payasos como Magaña y su sindicato de exigencias para él, de robos en despoblado de dineros públicos, y no hay poder humano que lo siente a rendir cuentas, sigue abusando de la nobleza de quienes sólo tienen un poco de fuerzas en sus piernas, para caminar hacia un destino incierto.
Hoy es ir por un cambio de todo, de los que aceptaron porque violentaron la paz universitaria, con tendederos, mentiras, argucias baratas, en contra de un rector que sólo vio por la superación académica, y que mostró que los carmelitas universitarios, son mejores que los campechanos de la Universidad Autónoma de Campeche, con menos presupuesto, con migajas se hacía mucho, se ganaban premios, se actualizaron todos los planes y programas, se desarrollaron programas que hoy se dejan de lado, porque así conviene, hay que enterrar el pasado luminoso y no señores.
Si hubo desvíos con otros rectores, construcciones donde se llevaron hasta la cubeta, porque sabemos, con dos centímetros de frente y nosotros tenemos casi un aeropuerto, que ahí está el gane, de todo, no del diezmo de las empresas, los funcionarios de la Unacar se enriquecieron a costa de la educación, si no; vean donde están hoy, esos que pregonan que no cobran jubilaciones, hay que llamarlos a cuentas.
No simulemos que queremos un cambio global, hagamos que la diferencia sea la inteligencia, no las apariencias, fuera de la Unacar ese patronato, ese consejo, lleno como agua, sí, llena de pequeños caciques, terratenientes, que sólo aparecen para validar los golpes de las murallas en contra de la población de Carmen.
Autonomía, exrectores con nombre y apellidos, dónde están, que hacen hoy por defender de donde tienen lo que hoy le permite vivir muy bien, dirigentes sindicales corruptos, y servidores públicos, que se sirven de un presupuesto para vivir a sus anchas en la música, el alcohol y la parranda los fines de semana, mientras su rectora busca una salida de emergencia que no existe, y salta una barda, porque eso desea, escapar de la realidad, de los problemas, porque no hay la capacidad para dar respuestas; esto último en la Anaconda próximo domingo.
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