HOPELCHÉN.— Los efectos climáticos del fenómeno conocido como canícula, que se resintió del 3 de julio al 11 de agosto, impactó severamente a la apicultura, pues la falta de lluvia y el intenso calor impidió la floración que brinda alimento a las abejas, lamentó Hermilo Alonso Maas Ek, presidente del Consejo de Administración de la Unión de Apicultores Indígenas Cheneros (UAICH).
Las condiciones adversas ocasionaron la migración y decenas de apiarios perdieron sus colmenas, al grado que aún se está cuantificando el monto de la pérdida, en términos económicos y de producción, agregó.
Sin polen, las abejas se ven amenazadas y comienzan su éxodo en busca del alimento, así que tras la sequía y calor caniculares, muchos colmenares quedaron vacíos y los productores siguen sin determinar el nivel de daño ante la pérdida de los insectos, la falta de cosecha de miel y los requerimientos para restaurar los apiarios, que quedaron despoblados.
En una acción desesperada para evitar la mortandad de los antófilos y frenar su migración, los productores de las escasos apiarios que han resistido la canícula, están alimentando a los insectos con una mezcla de azúcar, miel de reserva y harina con la que elaboran una pasta que ofrece nutrientes para sostener a las colmenas.
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