Luis Obregón Lozada
Hoy, al parecer, el país está más dividido que nunca. Aunque, de hecho, siempre lo ha estado: gobernantes y gobernados, o mejor dicho, abusados. A partir de 1929, que apareció el PNR, (lo que hoy es Morena más lo que queda del PRI y del PRD), la mafia del poder o como se le quiera llamar, hasta la fecha, salvo dos sexenios, ha ocupado la Presidencia. Ahora bajo las siglas de Morena. Pues empezando por su dueño y los que ocupan los puestos principales son hechura priísta.
A ojo de pájaro y la perspectiva de un ciudadano de a pie, podemos decir que hasta 2018, aunque resultaron una carga y fueron descarados, cuidaban ciertas formas, permitieron que el país progresara algo y alcanzara un lugar aceptable en del concierto de naciones.
Si hasta la fecha, se han mantenido en el poder, es porque se impusieron por la fuerza y por la fuerza y la astucia se mantuvieron, aunque, salvo honrosas excepciones, contaron con la complicidad de un pueblo básicamente agachón, en ocasiones, algunos sectores, han llegado a niveles vergonzosos.
A lo largo de su dictadura, ocasionalmente nos cargaron la mano tan fuerte, que hicieron brincar algún sector. Cabe aclarar que todos los presidentes, salvo dos que tres, incluyendo el actual, pertenecen a la masonería, es decir, comprometidos con el globalismo. El “hermano” Calles presionó tanto en la cuestión religiosa, que logró que una fracción valerosa de la sociedad se levantara en armas. Como partieron desde cero, Calles se burló de ellos. Pero, paulatinamente, con su fuerza moral, fue fortaleciéndose, ese insignificante grupo, al grado que Calles se espantó. Buscó ayuda y logró que la jerarquía eclesiástica, por traición o por miopía, entregara a los cristeros. Aunque, el “hubiera” no existe. Si no los paran de esta forma, posiblemente lo hubieran derrocado.
El autoritarismo de Díaz Ordaz, ocasionó que los estudiantes manifestaran su inconformidad, pero fueron aplastados sanguinariamente. Luego los absurdos “socialistoides” de Echeverria y López Portillo, (López tenía que ser), lograron que algunos empresarios, (unos por patriotismo, otros para proteger su patrimonio y otros para ver que sacaban), se unieran al PAN, logrando que años después empresarios empanizados, (algunos nada más por encimita y otros nada), empezaran a obtener puestos de elección popular. Hasta que finalmente Fox, con apoyo social consciente, llegó a la Presidencia.
Pero el PRI, con un Congreso mayoritario, constantemente le metió zancadilla a Fox, en perjuicio del país. A pesar de este lastre y que tuvo fallas, (no estuvo a la altura de las circunstancias), lo beneficioso pesó más. Pero por varios factores, entre ellos la prensa “chayoteada”, no fue reconocido.
Luego llega Calderón, con un espacio poco mayor para maniobrar. Tuvo un logro extraordinario. Por primera vez en la historia, Estados Unidos y otros países sufrieron una crisis económica, pero México no. Anteriormente, si a los gringos les daba gripa, a nosotros pulmonía. Esa vez, ellos tuvieron pulmonía y nosotros ni jaqueca. Pero esta hazaña, fue ignorada, mientras pesaron más los muertos de su “Guerra contra el narcotráfico”. Y hoy que, con los “abrazos” hay muchos más muertos, y sorprendentemente, pocos los notan. Al PAN le tuvieron menos paciencia.
En ese tiempo, el PAN, con su revoltura de empresarios con panistas y que los partidos políticos empezaron a recibir recursos millonarios, lo que abrió la puerta a la ambición, pasando a calidad de “negocio”, resultando un sancocho muy lejano de aquel PAN más limpio y heroico.
Asesinando al “Maquío”, un líder totalmente limpio, posiblemente el PRI, mató dos pájaros de un tiro. Eliminó a quien le podría quitar la Presidencia y a un líder valioso que, posiblemente hubiera contribuido a mantener al partido apegado a sus principios. Pero el PAN dejó de ser el PAN.
Para la siguiente elección un PAN emproblemado, medio lanzó, sin mucho apoyo, una candidatita muy inadecuada y el PRI regresó a la Presidencia, con el “bonito”, pero no muy brillante, Peña Nieto, quien potencializó la corrupción. Con lo que el descontento del electorado llegó al hartazgo.
Para el 2018, el panorama empeoró. El PAN, fue secuestrado y su presidente maniobró para autoconstituirse candidato, sembrando desconfianza. Para rematarla, beneficiando a Morena, el Gobierno, inició un tramposo y dañoso proceso judicial contra Anaya, quien no era una blanca paloma. El PRI, como al parecer en lo oscurito negociaron, abandonó a su candidato y en algunas regiones hizo campaña por su “opositor”. El neoPRI, (Morena), presentó un candidato, dos veces derrotado limpiamente.
Con un historial y una campaña, que, analizándolas a conciencia, mostraban claras señales de alta peligrosidad. Así que, no había por quién votar. Pero un electorado resentido, harto o crédulo, votó por quien no había que votar, y con la complicidad de los peligrosos abstencionistas, resultó claramente vencedor el peor de los tres.
Casi, desde el instante mismo en que fue declarado presidente electo, inmediatamente manifestó sus intenciones malignas. Nunca antes un presidente había osado cancelar la construcción de una obra trascendental iniciada por su antecesor. Y aquella dictadura del PRI, que algunos calificaban de dictablanda, de pronto se convirtió en una dictadura destructiva y asfixiante, afanada en implantar una dictadura del imperialismo “marxicastrochavista”.
Desgraciadamente, el resentimiento nacional era tanto, que además de hacerlo Presidente, irresponsablemente, también le otorgaron la mayoría relativa en la Cámara de Diputados. La cual le aprueba cualquier barbaridad que le manda, aun sin leerla. Esto se confirmó cuando una tarde le envió un voluminoso proyecto y, sorprendentemente, al día siguiente a media mañana ya estaba aprobado. El PRI de antes, ni siquiera en los tiempos en los que más poder concentraba, fue capaz de tal descaro. Hoy vivimos situaciones extremosas nunca vistas. Ahora ya ni la ley es la ley.
En forma inhumana les quitó sus medicamentos a los niños y recorta recursos a la salud. Ocupa media mañana en un programa televisivo, dedicado a agredir a quienes se atrevan a publicar sus acciones, criticarle algo o frenar alguno de sus atropellos y para permanente e ilegalmente hacer campaña electoral. Dilapidó los recursos que por años se venían ahorrando para enfrentar catástrofes imprevistas, para sus obras emblemáticas y su campaña electoral, especialmente ahora que se avecina el veinticuatro. Está tratando de desarmar todas las instituciones que puedan ponerle un hasta aquí, empezando por el Poder Judicial, que por fortuna está cumpliendo aceptablemente su patriótica función de hacer cumplir la Constitución.
El caso es que estamos llegando a un momento decisivo para el futuro de nuestra Nación. México cae en la tiranía o, aprovecha la ocasión y establece las bases para construir un país progresista y más justo de verdad, en el que efectivamente gobierne la sociedad. Por lo pronto, tenemos que prepararnos para la batalla en la que quedará sellado el destino de nuestra patria.
Debemos estar “muy conscientes” que enfrentaremos una “elección de Estado”, en la que el Estado, además de su poder natural, tiene el que ha acumulado desmantelando, infiltrando o corrompiendo instituciones como el INE, el Ejército, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y otras, reforzadas por una inmoralidad absoluta. Por lo que la única oportunidad que tenemos para derrotarlo, es que los miembros de la sociedad reaccionemos masivamente, y votemos por Xóchitl, nuestra única esperanza, con tal ímpetu, que no le dejemos oportunidad para realizar su fraude.
Al cabecilla le urge salir victorioso, está aterrorizado, pues bien sabe, que, si derrotamos a su corcholata, corre el riesgo de que la justicia humana lo encarcele, pero el pobre tonto, olvida que hay una justicia divina que es mucho más tremenda que la humana y con esa no hay forma de hacer “acuerditos” en los oscurito.
No nos queda otra más que apoyar a Xóchitl y echarle muchas ganas. Y que los creyentes, pidamos de corazón la ayuda divina, para vencer la elección de Estado y rescatar a México.
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