Tribuna Campeche

Diario Independiente

Pactos de sangre

En el reino de la Culebra y la Garrapata, durante el nefasto reinado de la Tía Rata, no sólo ha crecido la pobreza, la miseria, el rezago económico, se han deteriorado los servicios de salud y cada vez hay más nativos sin empleo, sino que el pueblo padece el azote de los facinerosos que asaltan, roban secuestran y asesinan a quienes no cedan a sus caprichos.

De ese pueblo de paz y tranquilidad, en donde los lugareños solían salir por las noches a ‘tomar el fresco” en las puertas de sus casas, en los parques públicos o en las plazas, y quienes acostumbraban dormir en los días de la canícula, cuando el calor quema como fuego, con las ventanas abiertas, ya solo quedó el romántico y el nostálgico recuerdo.

Mientras que el reino de la Culebra y la Garrapata sobresalió durante varias décadas, como la zona más segura de toda la Nación, en los tiempos de la Tía Rata la situación se revirtió, pues empezó a figurar en las listas negras de crímenes violentos, de secuestros, de desaparecidos, de asaltos…

Dícese que la gobernante y su equipo más cercano pactaron con una de las bandas de mafiosos para cederles el territorio. Para que puedan operar sin intervención de los soldados del reino, y sin que nadie se oponga a sus siniestras  y perversas actividades.

Y así, los soldados, que antes contaban con destacamentos en los suburbios o que instalaban puestos de vigilancia en las afueras de las ciudades principales, para impedir el ingreso de esas bandas de facinerosos o que éstos se apertrecharan de armamentos y equipos para la maldad, la Tía Rata ordenó que ahora se dedicaran a perjudicar a los nativos.

Sus operativos, que debían ser contra los delincuentes, se convirtieron en una persecución contra los ciudadanos que no tuvieran en orden sus documentos o que  anduvieran enfiestados. 

En tanto, los malos, los rateros, los traficantes, operaban con total impunidad. Ejecutaban a sus adversarios ante la mirada cómplice de las altas autoridades, y el pueblo tuvo una razón más para lamentarse por haber tolerado que la hija del cacique llegara al poder, mediante el fraude, el engaño, y la compra de votos…

(Continúa)

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