Traicionan a sus principios los representantes populares que en lugar de ponerse a las órdenes del pueblo, se han convertido en tapetes y servidumbre de la institución presidencial…
Se ha hecho mucho escándalo en contra de los senadores “de oposición” que votaron a favor de la reforma judicial, y del mocista naranja que con su ausencia, de alguna forma facilitó que la gandalla bancada guinda pudiera obtener mayoría calificada, pero esa estrategia en el fondo trata de ocultar el rostro de los verdaderos traidores.
—“Lo correcto es decir que no sólo son cuatro traidores, sino 86 u 87, porque ese es el total de senadores que, sea con su voto a favor, o con su ausentismo, permitieron esa agresión en contra de los principios de la República y en contra de los derechos de todos los ciudadanos”, opinó con su habitual seriedad don Julián.
El rechoncho bolero don Memín lo miró y le reprochó también muy seriamente. “No sé porqué me parece percibir que detrás de su comentario hay una escondida defensa al senadorcito naranja, como que le está tratando de quitar el golpe por su traición, amontonándole a su favor a los otros traidores”.
Don Julián le dio como respuesta una sonora carcajada. “Como bien dices, y como yo también sostengo, todos son traidores, tanto los guindas, los verdes, los rojos, los amarillos y los azules que se vendieron, al igual que el senadorcito naranja que confundió su función en bien de la República, con la de un enfermero o litigante. ¿En qué le ayudó a su papá que estuviera con él en el Juzgado? En nada, pero ¡qué daño le hizo a la República con su ausencia!, y con su doble discurso, está deteriorando los cimientos de su partido”
—“¡Esa es otra cosa muy diferente! —intervino el poeta Casimiro— todos son traidores, sea por su acción o por su omisión, pero todos le dieron la espalda a la República y deben ser crucificados por eso, incluyendo al viejito senador apodado el Animal, o a la maestra oriunda del cacicazgo de Ah Canul, que por su obediencia ciega a los dictados partidistas, validaron la pulverización de la última institución que mantenía su autonomía e independencia, como es el Poder Judicial”.
—“Y que los senadores tricolores no se sientan los modernos niños héroes —acotó don Memín—, porque si bien es cierto que votaron en contra, eso fue porque nadie aceptó los ofrecimientos chantajistas de su Vandalito líder nacional. Van a tardar en entender que ellos están muertos, nomás que no se han dado cuenta, pero creo que esta votación por la reforma judicial demostró que la bancada del otrora partidazo ya no tiene peso, no representa nada, son un cero a la izquierda”.
—“Lo que no debemos olvidar, reiteró incisivo el vate santanero, es que son 86 los traidores y que los que más peso de traición llevan en la conciencia son los guindas, porque su función es servir de tapete al Pejidente y a su sucesora, la emperatriz Claudia, en lugar de acatar las órdenes del pueblo”.
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